Saliendo fácil de las prisiones

Saliendo fácil de las prisiones

Las excarcelaciones prematuras constituyen una de las patas de la mesa en el azote de la delincuencia; pero las causas de que muchos antisociales estén en las calles inpunemente no están identificadas a plenitud. Debería hacerlo una conjunción de autoridades y especialistas independientes que analicen procedimientos, relación pena-delitos, el rol que juega el Ministerio Público y la efectividad de la Policía. Buscar dónde está la brecha por la que vuelven rápidamente a la libertad gente que de una vez delinque. Con frecuencia se señala que la Policía rinde informes deficientes sobre investigaciones; pero a su vez es esta institución la que más se queja del pobre rigor de los tribunales con los casos que recibe.

El endurecimiento de penas, en un sistema garantista que parece velar más por los acusados que por los agraviados, no ha disuadido a criminales. Incluso la privación de libertad no está impidiendo que desde las celdas se planee y dirija al crimen organizado. Alcanzó notoriedad un álgido cruce de conceptos cuando hará poco el jefe del Ministerio Público, Francisco Domínguez Brito, juzgó como de pésimos signos importantes decisiones de la judicatura. Fuertes críticas formuló también casi de inmediato la fiscal del Distrito, Yeny Berenice Reinoso. La desconfianza e insatisfacciones que las partes se reciprocan no auguran una mayor coordinación y efectividad contra la delincuencia.

 Una excepción sintomática

O somos el país de las cosas públicas manejadas con más honestidad en América Latina o somos el de menores consecuencias sobre lo reprobable (que es lo que más parece). Cunden los escándalos por corrupción desde Brasil y Argentina hasta Guatemala, El Salvador y Honduras. En todos esos sitios se ausculta el pasado y alguien cae preso o es condenado tras ser Presidente o a pesar de su enorme poder económico. De los altares se caen santos.

En República Dominicana se intuye lo mal hecho por apariencias e indicios sobre logros de fortunas. Asuntos que a veces una parte del sistema judicial se lanza a procesar con empeño mientras la otra parte recurre a tratamientos con pinzas, pidiendo muchos “times” como en el béisbol y luego “llueve” y el “juego” se pospone para otra fecha. Las deudas nuevas no se pagan y las que se ponen viejas, tampoco.

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