Salón de Julio celebra 56 exposición de arte

Salón de Julio celebra 56 exposición de arte

El Salón de Julio celebra en 2015 su edición 56, lo que lo hace el certamen nacional de arte más antiguo del continente, aparte de una periodicidad ejemplar.

Es un concurso de pintura que se convoca anualmente en Guayaquil, segunda ciudad del Ecuador pero primera en población y actividad económica, con un avance urbanístico notorio y un auge visible en arte y cultura. Organizan esmeradamente el evento la Municipalidad, la Dirección de Cultura y el Museo Municipal: allí se exponen las obras seleccionadas y ganadoras, inaugurándose brillantemente.

La convocatoria es nacional y sin límites de edad, pero participan muchos artistas de la región y jóvenes esencialmente, ¡el benjamín tenía 22 años! Se admite una sola obra por concursante. La apertura tuvo una asistencia masiva de público, y se manifiesta un obvio interés de los medios de comunicación, de noticias y fotos a entrevistas.

Hay actualmente dos jurados –uno a cargo de la selección; otro, de la premiación–.

Si los tres jueces de selección suelen ser nacionales, los de premiación son extranjeros –en el 2015, de Colombia, Paula Duarte; Chile, Pablo Langlois y República Dominicana, Marianne de Tolentino–. No se discute su idoneidad, siendo personalidades de la curaduría y la crítica invitadas porque gozan de gran respeto y demuestran una intensa preocupación, no solo por la calidad de las obras, sino por la consideración hacia sus autores, cuales sean sus antecedentes en formación, exposiciones y concursos.

Ahora bien, no dejó de sorprender al jurado el nivel de los pronunciamientos de los artistas, cuyos planteamientos figuran obligatoriamente en el formulario de inscripción: casi siempre ellos revelan una madurez precoz, un discurso sólido sobre el concepto de su obra, y una expresión lingüísticamente perfecta.

¡A veces, llegan a desarrollar conocimientos impresionantes!

Exposición, selección y premiación. Las 28 obras seleccionadas y premiadas en el 2015 enseñan la diversidad de los talentos, y, en su gran mayoría, también una alta y variada calidad técnica, hasta un concepto de “pintura extendida”.

Muy diferentes en formatos y hasta en formas de soportes, destacan las inquietudes de las dos últimas generaciones. Los autores demuestran, en temas –la temática es libre– y tratamientos, una posición crítica, comprometida, solidaria, respecto a los problemas sociales y colectivos, no solo de su país, sino de la actualidad en general. Es una característica compartida por el arte joven latinoamericano y caribeño.

Una museografía a la vez simple y eficaz, dispone los cuadros en el vasto salón de exposiciones y otro espacio contiguo, también de amplias proporciones.

Cabe señalar que los miembros del jurado de premiación atienden la distribución de las obras y actúan como curadores. Por cierto, y el hecho se presta para la reflexión, las pinturas se colocaron en tres núcleos temáticos: la ciudad y su topografía, y la relación entre humor y poder, el relato personal aunque con una resonancia colectiva.

De hecho, lo imaginario, lo fantástico y lo real, la autobiografía y las referencias, se mezclan constantemente, y la distinción curatorial fue asunto mayor a raíz y luego de la premiación.

Se otorgaron tres premios y tres menciones, pauta dictada en el mismo reglamento del Salón de Julio. Como suele suceder en todas partes… los jueces de premiación cuestionaron la selección, pero en una mínima proporción, y hubieran querido acceder –hasta por simple curiosidad– hasta los rechazados…

Ahora bien, en síntesis, predominaron plena satisfacción, armonía y consenso en las decisiones. El primer premio fue atribuido al tríptico, “Los dientes de Chet B”, de Jorge Morocho. Se le valoró una muy alta calidad, tanto conceptual como técnica, enfatizando la complejidad de sus signos y observando su alianza perfecta entre figuración y abstracción, con una sorprendente austeridad del color…

La obra de gran formato y título en caligrafía japonesa (¿?), de Raymundo Valdez obtuvo el segundo premio, muy aplaudido por su riqueza de expresión, que suma actualidad y tradición, “comics” y deporte tomado como pretexto, planos y perspectiva adrede jerarquizados.

Requiriendo una lectura atenta, es un trabajo muy contemporáneo en intención y elementos.

El tercer premio reconoció en “Vanitas” de Roger Pincay, la hazaña de integrar abstracción y figuración, morfologías e informalismo, colorido sombrío y destellos luminosos. Compresión y caos, múltiples registros y escalas, desconstrucción y reconstrucción alternadas, convierten esa “masa” pictórica… en vertedero urbano. ¡Se expresa la preocupación por la zozobra reinante!

Las menciones de honor, conferidas a Pedro Jaime Gavilanes, Mónica López y Andrea Ramírez, distinguieron a obras conjugando la postmodernidad y lo contemporáneo, así como una búsqueda notable en los recursos técnicos, por cierto muy diferentes según sus autores.

Otras obras hubieran podido calificar en ese renglón, pero no lo permite el actual reglamento.

Obviamente, en Ecuador, como en República Dominicana, se comprueba que para los artistas, los muy jóvenes aun, dibujar y pintar diestramente no significa una expresión retrógrada, y que la pintura de hoy sigue abierta a incontables variaciones, referencias y estilos. ¡Felizmente!

ZOOM

Ecuador y RD

Para una inmensa mayoría, el arte del Ecuador es Oswaldo Guayasamín, a quien se ha conocido muy bien en Santo Domingo, hasta tener, durante un buen tiempo, una representación permanente. Además, él fue un gran amigo de Ramón Oviedo y lo expuso en su Fundación-museo de Quito, donde hay obras de Oviedo. Sin embargo, reina una casi total ignorancia acerca de los artistas ecuatorianos fuera de ese ícono mundial de la pintura y de muy contados maestros modernos de la plástica. Luego, la Bienal de Cuenca, interamericana, ha tenido, en varias ocasiones, una participación notable de artistas dominicanos. Tampoco olvidamos una exposición importante del maestro Antonio Guadalupe en Quito, y que, en la crítica de arte, unos pocos representantes nuestros han sido jueces en concursos ecuatorianos.

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