Viendo la entrevista de Miguel Batista a Sammy Sosa noté algo que me alegró bastante.
¿Qué es?.
Simple: ¡Sammy Sosa vive feliz!.
A Sammy no le atormenta que en Chicago todavía lo ignoren.
No le molesta que digan que no irá al Salón de la Fama.
No le molesta que critiquen sus fiestas de fin de año.
No le molesta que digan que se salió de los estadios de béisbol.
En fin, vive su propia vida.
¿Eso es correcto?.
Claro que sí.
Después que te pasas dos décadas jugando duro y cogiendo sol candente, debe llegar el tiempo de la tranquilidad.
Pero de una tranquilidad total.
Sammy dijo que está orgulloso de su numerosa familia: Esposa, madre, hermanos y seis hijos.
Tres temporadas de 60 jonrones quizás nadie lo repita.
Y voy a pronosticar algo: Tarde o temprano, llegará al Salón de la Fama.
Es inaceptable que alguien con sus números pueda quedar fuera de Cooperstown.
En esa entrevista humana hecha por Miguel Batista, vimos a un Sammy alegre, que por ningún motivo puede volver a vivir con las presiones de cuando era un novato y debía ganar dinero para ayudar a su familia.
Es tiempo de reír, de compartir en familia, de otros negocios, aunque nunca se le retire el afecto al béisbol.
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