Sangres de la redención

Sangres de la redención

Ayer y hoy el calendario nos presenta dos días muy especiales para los dominicanos y los católicos de todo el mundo. Tienen un majestuoso significado de las celebraciones que curiosamente casi coinciden con el devenir del calendario. Son dos días en que se conmemoran consecutivamente dos derramamientos de sangre muy disímiles, una para fortalecer la fe, y el otro, para liberar a un pueblo.
La fiesta de Corpus Christi, que la Iglesia católica conmemora hoy en todo el mundo, sirvió para consolidar la fe y darle un sentido de universalidad y convicción a una religión, que en el siglo XIII dominaba a Europa, pero enfrentaban con fuerzas el avance de un islamismo invasor en las tierras del sur ibérico europeo.
El asunto escatológico para el afianzamiento de la fe se inició en 1208, cuando una monja, Sor Juliana de Cortillon, en Bélgica, tuvo la visión de la hostia destilando sangre. El mandato divino fue que se conmemorara tal ocasión, y el obispo de Lieja en 1246, la instauró como una festividad en el calendario católico. Años más tarde, el padre Pedro de Praga estaba celebrando una misa, y en el momento de la consagración, la hostia comenzó a destilar sangre. Ese acontecimiento divino llegó a oídos del papa Urbano IV, que le permitió instaurar la festividad del cuerpo de Cristo. La ocurrencia de ese milagro en el mundo antiguo de las sociedades europeas de la edad media lo hizo establecer como una festividad para todo el mundo católico europeo. Su celebración, principalmente en España, se extiende hasta el día de hoy en los países latinoamericanos.
Ayer los dominicanos conmemoramos otra fecha tinta en sangre, cuando un grupo de arriesgados compatriotas, decidieron ponerle fin a la tiranía, que por 29 años había aplastado todas las libertades y derechos nacionales. La sangre de los héroes del 14 de junio de 1959 empapó las montañas de Constanza así como los patios de concreto de la cárcel de la base aérea de San Isidro. Fue una etapa estelar para la vida del país. Al fin se cayeron los temores, y la motivación y decisión sin dar marcha atrás de las arriesgadas nuevas generaciones que les permitió iniciar un proceso, que lamentablemente a 58 años de aquel aterrizaje épico, todavía permanece inacabado. Tantos ideales y sueños de entrega cívica, fueron arrebatados por una clase política, empresarial y militar, ambiciosa y antipatriota, adueñándose de los recursos en un hábil contubernio ante la sumisión de una nación casi indiferente a los latrocinios de quienes ostentaban el poder como los develados por el soborno de Odebrecht.
Desde aquel 14 de junio de 1959 se inició un proceso, en que todo lo sublime y lo oscuro de los sentimientos de los dominicanos se mezclaron, para darle origen a un acontecer histórico-político muy singular, que en aquel verano no sabíamos el rumbo que se iba a seguir, pero los sucesos de abril de 1965 hicieron despertar a un conglomerado humano, que ya en septiembre de 1963 se le habían arrebatado todas sus esperanzas de una vida democrática.
Al igual que la sangre de Cristo, presente en la hostia al momento de la consagración, para convertirla en su Cuerpo y Sangre que sirve de símbolo de redención de la fe y fortalecimiento de la doctrina de salvación, así mismo la sangre de los patriotas del 14 de junio sirvió para iniciar el despertar a un pueblo, que liberado de sus cadenas, sacó a le relucir todo lo bueno y la malo de la raza.
La sangre de Trujillo que había sido ajusticiado hacía dos semanas en la noche del 30 de mayo de 1961, bañó con todas sus maldades congénitas a un pueblo que todavía estaba y permanece encadenada a una clase política, a la cual se le permite sus desmanes en perjuicio del bien común que ni siquiera la gravedad de los hechos de corrupción patrocinados por la Odebrecht los amedrenta. La maldad de esa corrupción no está al alcance de lo que algunos quisieran para detenerla y hacer de la isla algo digno de vivirse. Nos vemos cada día envueltos en más precariedades, en donde la pasión por la corrupción y robarle al Estado lo más que se pueda, impide ver el progreso. Tal es el objetivo de los políticos cuando llegan a una posición importante del aparato burocrático de la nación. Y tal es la sensación de desamparo frente a un proceso judicial que si bien busca adecentar el accionar de los políticos pareciera que las últimas consecuencias no se van a alcanzar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas