Bogotá. EFE. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo anoche que su reelección «es el fin de más de 50 años de violencia y el comienzo de una nueva Colombia con más libertad, con más justicia social».
En su primer discurso tras conocer el triunfo electoral frente al uribista Oscar Iván Zuluaga, Santos, que obtuvo un 50,9 % de los votos emitidos hoy, también prometió «reformas profundas», así como «corregir y ajustar» todo lo que sea necesario.
El mandatario, que asumirá para su nuevo periodo el 7 de agosto, reconoció así que en sus cuatro primeros años de gobierno han quedado «tareas pendientes».
«El mensaje de hoy es también para las FARC y el ELN, es un mensaje claro: este es el fin y hay que llegar a él con seriedad y decisión. Este es el fin de más de 50 años de violencia en nuestro país y el comienzo de una nueva Colombia con más libertad, con más justicia social, una Colombia en paz consigo misma», dijo en medio de los vítores de sus seguidores.
Al referirse al proceso de paz abierto por su gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Cuba y a las negociaciones exploratorias que lleva a cabo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) señaló que «concluir las negociaciones no será fácil».
Y por eso prometió reformas: «vamos a corregir todo lo que haya que corregir, vamos a ajustar todo lo que haya que ajustar y vamos a reformar todo lo que haya que reformar, porque a eso nos debe llevar la paz, a poner en marcha profundas reformas en nuestro país».
«Todos unidos haremos la paz», insistió, al pedir para esta misión el apoyo de todos los colombianos.
Santos citó unas palabras recientes del Papa Francisco I sobre Colombia: «decía el Papa que para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra; se necesita valor para decir ‘sí’ al encuentro y ‘no’ al enfrentamiento, decir ‘si’ al diálogo y ‘no’ a la violencia». «Y es cierto, no ha sido no es fácil, siempre hay obstáculos, siempre hay enemigos», remarcó, para recordar que durante esta campaña «muchos mostraron su escepticismo acerca de la posibilidad de alcanzar la paz y su temor de que lo hiciéramos a cualquier precio».