Se desinfla el “globo”

Se desinfla el “globo”

Una de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial fue el surgimiento de dos “mundos”: el denominado genéricamente como “occidente” y el “socialista”. Ante las tensiones y amenazas ambas partes se dotaron de una fuerza suficientemente disuasoria que evitase otra confrontación, forjándose así la era de la llamada “Guerra Fría” – siempre al borde la guerra “caliente”-. Europa, escenario donde convivían ambos “bandos”, unos al lado de los otros, temiendo ser, una vez más, el escenario de otra conflagración forjó su seguridad en una alianza firme con los Estados Unidos conformada esencialmente en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN -. El equilibrio de fuerzas estimuló y aceleró el proceso de independencia del sistema colonial presente aun en África, Asia y el Caribe. Los recién independizados, en el afán de confirmar su independencia, se alejaban de sus ex metrópolis y, en su mayoría, se acercaban a las posiciones del “mundo” socialista. Para sembrar la idea de que ese no era un camino adecuado los “tanques pensantes” occidentales se inventaron lo de otro mundo, el Tercero, intentando que, al menos, las nuevas naciones se mantuvieran equidistante de unos y otros.
Al evaporarse el mundo socialista la parte vencedora de la “Guerra Fría” promovió entonces la idea de que ahora vivíamos todos en un solo mundo, una aldea global, que debería ser dirigida centralmente. Aunque esa percepción se fue igualmente diluyendo – aunque se observan intentos de retomarla – sí se fue armando un ordenamiento con normas globales en lo político, económico y social reforzándose las instituciones intergubernamentales globales. La salida unilateral norteamericana del Tratado con Irán, del Acuerdo de París sobre cambio climático y otras decisiones similares, se orientan a desordenar el orden global para entonces forjar un orden unilateral centralizado. Lo que está resultando obvio, como era de esperar, es que aquellas potencias tradicionales y las emergentes no están dispuestas a ser gobernadas de manera unilateral por nadie. Europa se ha encontrado de repente ante sí misma en momentos en que las bases de la unión que había forjado por decenios se encuentran en entredicho en varios países en tanto, incluso, en algunos de ellos muchos políticos ven en el autoritarismo en desarrollo manifestaciones pre fascistas.

Ante la nueva realidad internacional a que se enfrenta con abierta hostilidad desde su antiguo aliado clave, el liderazgo europeo confiesa que ya no puede confiar en EE.UU. y hasta ha avanzado la propuesta de forjar un ejército europeo para defenderse eventualmente de Rusia, China o… Estados Unidos. En estos días ha habido un cruce agrio de recriminaciones. A las declaraciones, que resultaron humillantes de Trump en el sentido de que en Francia se hablaría alemán si no fuera por EE.UU. el gobierno galo declaró oficialmente que al presidente estadounidense le había faltado “sentido de decencia” en sus comentarios.

La tozuda realidad ha demostrado que el mundo actual no es gobernable por nadie de manera unilateral. El camino de la paz, la convivencia real y la cooperación es el del multilateralismo y no otro.

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