Semanas de sangre y fuego

Semanas de sangre y fuego

Trece asesinatos cometidos en corto tiempo con evidencias de corresponder a las actuaciones del narcotráfico en el país, elevan dramáticamente la preocupación de la sociedad por un tipo de violencia criminal exacerbada; sucesos que por su gravedad sobrepasan para la atención pública las fronteras del bajo mundo o meramente inscritos en los enfrentamientos internos y con autoridades. Conturbadores para la colectividad por su relación con un comercio clandestino que cobra visibilidad con daños sociales y un poder de fuego que las autoridades deben frenar con energía, sin apartarse de la ley ni de los procedimientos.
Un desafío que va directamente al Ministerio Público al que por derecho corresponde estar al frente de las investigaciones. El papel de la Policía y de otros organismos de los mismos fines persecutorios debe ser, como está previsto, de auxilio y respaldo a lo judicial, tratándose además de cuerpos que hacen valer el principio del monopolio de la fuerza por parte del Estado, que les hace disponer de instrumentos y recursos técnicos para cumplir sus fines. Debe aceptarse la realidad que la participación de algunos miembros de esos cuerpos en los recientes escenarios de una lucha que cobra cruenta intensidad debe ser objeto de investigación, primordialmente, desde un nivel legal independiente y superior a los mecanismos represivos en garantía de control sobre ellos.

Obras viales a cuentagotas

Sin que sea el único grave problema que lo acogota como soga sobre el cuello, Hato Mayor del Rey ha sido castigado por una paralización récord de construcción de carreteras para explotar sus condiciones ecoturísticas y de playa. Tampoco sirve el 50% de las calles del municipio, atrapado en deudas colosales por una estrangulación: el subsidio presupuestal es de seis millones de pesos mensuales solamente.

Allí, setenticinco mil habitantes necesitan buen abastecimiento de agua potable y falta conjurar la caída de su producción de cítricos por enfermedades; mientras la ganadería se va a la porra por lo inconcluso de una planta procesadora y la competencia de importaciones. El progreso a nivel nacional de que tanto se habla, no acaba de cruzar el amado río Maguá de los antiguos hatos reales.

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