Señor Presidente, recapacite…

Señor Presidente, recapacite…

Es hora de que el Presidente Danilo Medina recapacite sobre los estragos que su gestión ha ocasionado a la República. Contrario a la opinión de gran parte de la población, lo considero un hombre que ama a su país y que se preocupa por el bienestar de su pueblo.
Sin embargo, volver a ejercer la más alta posición del país conllevó compromisos con actores políticos cuyo costo fue excesivo. Esa es la naturaleza de todo accionar político, el compromiso y en algunas ocasiones, la compra de voluntades. Ha olvidado que quien le dio su sello de aprobación y legitimó su reelección fue el pueblo dominicano y en estos momentos el pueblo está enfrentando serios problemas y privaciones, resultado del alto costo de su proyecto reeleccionista.
Veamos: el alto costo de la vida, reflejado en los precios de artículos de primera necesidad, al igual que el combustible, esencial para el transporte de la producción agrícola e industrial a su destino final; el transporte público y privado para la movilización de los agentes de producción a sus labores y centros de formación educativos, y la deficiencia creciente de los servicios públicos, como agua, salud, educación, electricidad e infraestructura vial, constituyen una prueba fehaciente del fracaso de su proyecto. Ni mencionar la inseguridad ciudadana, el narcotráfico y el lavado de activos presentes por doquier.
A esto podríamos agregar el abusivo y criminal despilfarro de ingresos fiscales y de préstamos contraídos en nombre de la nación para sostener una burocracia (botellas) con sueldos de país petrolero. Los miles de millones de pesos mensuales en la compra de conciencias y subsidios es un crimen ante la miseria y hacinamiento en el que vive la gran mayoría del pueblo.
El comesolismo de sus funcionarios es ofensivo. El Presidente dirige una maquinaria cuya política oficial está dirigida a excluir del proceso de toma de decisiones a aquellos que “adolecen” de lo que a su juicio son serios handicaps: la honestidad e integridad. En su accionar, han violentado las enseñanzas de Bosch, no logrando comprender lo sublime de su pensamiento.
Más penoso aún es el hecho de que estos funcionarios ni siquiera heredan la filosofía política de la gesta contitucionalista del 24 de abril del 1965. ¿Dónde estaban los miembros del Comité Político del PLD durante los 12 años de la represión militar yanqui-balaguerista, que ultimó lo más aquilatado del pensamiento patriótico de esa gesta? Con los dedos se cuentan y sobran dedos…
Los autoproclamados herederos de Bosch son tan particulares, que hasta olvidaron su deuda moral con los gestores del Pacto Patriótico que les facilitó su ascenso al poder. Pero no se equivoquen, no somos iguales: la vocación de servicio desinteresado a la Patria se aprende en el seno familiar.
El pueblo está harto de tratar de llegarle al Presidente, pero su anillo palaciego lo impide. Estos no conciben que para algunos la nobleza obliga a accionar sin expectativa de reconocimiento. Por Dios, si son capaces de olvidar a aquellas que sobreviven hoy a Bosch, a quien se lo deben todo, ¿qué puede esperar el pueblo llano?
Ahora bien, Danilo está frente a una coyuntura que, si pensase “out of the box”, podría cosechar vientos favorables que lo llevarían a un puerto más seguro. Después de todo, Mao aseveraba que todo hombre tenía derecho a reivindicarse y aquí no estamos para juzgar. Que limpie casa, someta a los corruptos, negocie la inmediata devolución de sobornos, sobrevaluaciones y dineros provenientes de la depredación de las arcas nacionales.
Este accionar lo enaltecería y sumaría millones de ciudadanos a respaldar a su Presidente ante cualquier intentona local o foránea. Desasóciese de los malhechores que han dañado su imagen y su gestión, que este país no aguanta más. Depende de Usted tener la valentía y determinación para tomar las medidas draconianas necesarias o si se doblega ante la obnubilación sociopática de los sicofantes que le rodean. Eso sí, de no actuar ante el caos imperante, prepárese para la ingobernabilidad, la violencia y un posible desplome de la economía nacional.

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