Ser millonario o ganarse la vida

Ser millonario o ganarse la vida

Tener una gran fortuna no es un delito. Puedes haberla heredado de tus padres, sacarte la lotería o encontrarte un tesoro mientras arrancabas un árbol como peón de granja. Sin embargo, no todo el mundo acepta que un cambio meteórico de pobre a rico sea producto de la buena suerte y había un adagio que rezaba “detrás de cada fortuna habitualmente hay un crimen” y que desapareció como proverbio después que la política se convirtió en negocio y el narcotráfico, mejor conocido como “crimen organizado” adquirió la fuerza necesaria como para tener en sus manos a líderes y gobernantes en muchas partes del mundo.
Ahora, en plena Navidad, con la filosofía, el pensamiento y sentimiento cristianos, dejo en ustedes dos mini-anécdotas: 1) Pregunté a una amiga si quería ser millonaria o ser feliz y sin titubeos me dijo: millonaria. Ahora lo es, se casó con un político; 2) A un vendedor de billetes que me ofreció uno que, según él, era el premio mayor del próximo domingo, le pregunté “¿Por qué no te quedas con él?” y me respondió: hay que ganarse la vida.
Cuando leo las frecuentes noticias sobre la captura de grandes cargamentos de drogas en nuestro país, reivindico la frase sobre las fortunas y los crímenes e idealizo a un valiente periodista preguntando a algunos políticos, funcionarios y nuevos millonarios cuál crimen está detrás de sus riquezas e imagino sus grandes sonrisas porque saben que no tenemos un procurador general de la República electo por voto popular sino por un simple decreto del Poder Ejecutivo, casi siempre manejado por un prisionero de la voluntad de políticos y de corruptos.

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