Sexualidad grotesca, crimen y hermosa traición: una lectura de la cuentística dominicana actual

Sexualidad grotesca, crimen y hermosa traición: una lectura de la cuentística dominicana actual

Los méritos de esta obra son muy diversos. Y los planteamientos que sobre los autores y los cuentos se realizan son a la vez interesantes. Esto así para hacernos una idea de otra literatura que he tratado muy poco debido a razones de tiempo, enfoque o porque he entendido que no se encuentran dentro del canon de la mejor cuentística dominicana. En efecto, esta antología panorámica y actual me permite leer estos textos y, debido a una ausencia crítica o comentarios que los valoren de manera directa, voy a presentar una lectura puntual de los cuentos y así construir una visión del conjunto.
Para presentar esta aproximación seguiré el mismo orden en que están dispuestos los textos y pondré entre paréntesis los juicios del antólogo para dejar que sean los textos los que nos permitan construir una aproximación crítica sobre el discurso literario que fundan las obras que han sido antologadas.
El primer cuento que abre la guirnalda es “La casa de los girasoles azules”, de Ligia Minaya Belliard (1941). Lo primero que salta a la vista en este cuento es la construcción de la gramática del mundo, que puede ser definida como una suerte de orden en que las cosas, objetos e ideas aparecen ante nosotros. Es el cómo organizamos el mundo de forma lógica y racional. Una manera que tiene su propia estructura y que no podemos ignorar o mezclarla sin perder lo que en literatura se llama la verosimilitud. Para el narrador de ficciones es fundamental porque ella le permite narrar lo ficticio como si fuera real y lo real como si fuera ficticio. Esto en la medida en que la alteración de ese mundo permite al artista instalar lo nuevo. Esta presencia puede ser catalogada como realista, neorrealista, surrealista, fantástica, maravillosa o real maravillosa, etc.
La gramática del mundo queda afectada por la caracterización deficiente en la medida en que los personajes de “La casa de los girasoles azules” no guardan una coherencia entre su descripción y las acciones que ejecutan en el drama o entre sus acciones y su valoración de la vida. De tal manera, un género como el cuento, que ha sido definido por autores clásicos como una estructura cerrada donde todos los elementos deben tener un cierto valor, queda desarticulado.
Otra de las carencias de este cuento reside en las construcciones sintácticas. Los escritores noveles creen que las transformaciones que un autor hace de las formas de la lengua, su orden o estructura, son artísticas porque no aparecen tal y como las demanda la Gramática y en consecuencia someten el lenguaje a cambios que impiden el libre fluir del discurso. Cuando esto ocurre el lector se encuentra perdido entre palabras que no logran una finalidad artística, como es el caso que nos ocupa.
Veamos, a manera de ilustración, algunos ejemplos: en la primera oración del cuento la autora prescinde del sujeto. Posiblemente porque el título que está arriba nos dice que se trata de la casa. Esa misma oración se encuentra en paralelo con la siguiente que la complementa, pero el verbo no está en forma activa, lo que crea un paralelismo donde emplea dos oraciones, a pesar de que la segunda es complemento de la primera. En la tercera inicia con un “Los pintó”, cuando en las anteriores se refería a la casa, a la puerta y a la ventana y todavía no aparece el sujeto de la acción.
Más adelante, aparece la construcción siguiente que, en la reunión de granjeros y comerciantes, se bebía “más cervezas que los acuerdos que hacían”. A todas luces mal elaborada porque era tan natural decir que se bebía mucha cerveza y se alcanzaban pocos acuerdos. El “hacer acuerdos” no parece muy literario.
También aparecen acotaciones que solo le restan naturalidad y ritmo a la expresión; como esta: “Cuando regresó aquel lunes, ya avanzada la mañana y vio puertas y ventanas decoradas con girasoles azules…” en lugar de: cuando regresó ya avanzada la mañana del lunes…).” (pág. 19). A seguidas contrasta la forma del joven artista a la manera que lo trata el padre sin que esta acción sea central en la focalización de la obra. El texto tiene dos focos de atención. La acción desconsiderada del padre con su hijo contrasta con lo que dice la voz intradiegética de que el padre había perdonado la homosexualidad de su hijo, lo que parece traer el tema ya socorrido en la incultura de asociar la homosexualidad al arte. Un lugar común que parece trazado dos veces en el cuento y que solo funciona en una estructura que busque crear la sorpresa y el escándalo.

La madre y el padre aparecen allí como figuras que están dispuestas a guardar la moral. Por eso el padre ‘perdona’ la homosexualidad del hijo mientras que la madre, que es caracterizada como una beata, defiende al muchacho. Las oraciones no guardan un orden lógico y las acciones no corresponden a la caracterización. Se dan datos sobre los personajes que no están directamente encaminados a construir la trama, sino el sentido escandaloso de los hechos.

La forma grotesca de la sexualidad como procedimiento queda devaluada por la falta de una construcción lingüística que eleve lo que se narra al discurso artístico. La historia se queda en la crónica o en la anécdota y solo abona a una visión escandalosa de las acciones humanas carente de valores éticos o morales trascendentes.

La construcción del discurso es contraproducente cuando se declara que las acciones ninfomaníacas de Trinidad se debían o avalan las palabras del cura de “servir al prójimo”, lo que constituye una visión muy plana de la relación entre religión y sexualidad como las acciones de este personaje disfrazan la libertad sexual como el libertinaje; la sexualidad con la falta de ética, que es respeto al prójimo y así mismo: cuidado de sí (‘le souci de soi’, Foucault). Otro asunto es la expresión que crea un envío inusitado al mostrar el libertinaje como una filosofía humanística y la pregunta “¿Entonces quieres ser maestra?” (21), cuando la mujer que busca socializar su cuerpo filosofa sobre la entrega sexual.

A pesar de que ni la gramática del mundo ni la sintaxis de la lengua le ayudan a “La casa de los girasoles azules” a plantear una ruptura o un modelo para la vida, es significativa la introducción de una voz narrativa que sirve en paralelo con el discurso de una de las protagonistas: que las haitianas aparecen como seres bellos. Pero no queda claro por qué la hermana juega un rol de voz paralela y de ‘voyeurs’ sin articular un discurso paralelo contrastivo. Parece que la prefiguración de la autora consistía en realizar una mímesis de un tema escandaloso. Pero este no puede ser construido sin que se emplee correctamente la lengua, la gramática del mundo y la estructura de un género como el cuento, que tiene una teoría sólida establecida por importantes cultores que han hecho de esta forma un artificio literario sumamente complejo. (continuará)

Publicaciones Relacionadas