Alex Rodríguez se va como uno de los jugadores con mayores logros, que más disfrutó su carrera y más interés captó de parte de la prensa.
Su grandeza comenzó cuando de la noche a la mañana emergió como una estrella con los Marineros de Seattle en 1996.
Frente a estelares como Ken Griffey Jr, Randy Johnson y Edgar Martínez, entre otros, Alex tuvo una de las mejores campañas en la historia para jugadores de su edad.
Fue líder de bateo con .358, pegó 52 dobles, 36 jonrones, 123 carreras remolcadas y 15 bases robadas.
En poco tiempo era portada de todas las revistas y su rostro era fijo en las principales cadenas deportivas de la nación.
En 2011 hizo historia al firmar un histórico contrato de 252 millones de dólares con Texas.
Allí tuvo varias temporadas de más de 50 jonrones y ya era considerado el mejor jugador.
Pero su fama se disparó cuando aterrizó en la ciudad de Nueva York para jugar con los Yanquis, el equipo más famoso de las Grandes Ligas.
Su llegada fue espectacular, porque antes pudo firmar con Boston, y para llegar a los Yanquis aceptó cambiar de posición ante la presencia del Derek Jeter en el siore. En la temporada del 2009, Alex logró su sueño de ser campeón mundial con los Yanquis.
Dueño de innumerables récords, Alex también pasó a ser el “Jefe del Jet Set” en Nueva York.
Portadas, invitado a los principales programas de radio y TV y se convirtió el hombre más codiciado por las mujeres del cine, el canto y las novelas.
La prensa no le perdía la mirada y cada cosa que hacía era portada.
Alex subió al punto más alto de pelotero alguno en su era. Fama, dinero, calidad como jugador, elegancia, buen vestir y buen hablar, en fin, “el perfecto chico americano”, que provocó que dos Presidentes se disputaran su nacionalidad.
Pero llegó el “bombazo” de los esteroides y eso comenzó a desplomar su gran imperio. Aún así se va como el pelotero que siempre captó la atención de todo el mundo.