Sin matemática no hay gramática

Sin matemática no hay gramática

Rafael Acevedo

Antiguamente, las veladas de jóvenes reunían a poetas y dicharacheros, a talentosos y facinerosos de toda estirpe. Se planteaban charadas, adivinanzas y acertijos que podían tardar días en ser resueltos. Recuerdo esta: “Adiós, mis cien palomas”, díjole a una bandada de perdices un astuto gavilán que aspiraba seducirlas y devorarlas. “Nosotras no somos cien: Nosotras, otras tantas como nosotras, el doble de nosotras, la mitad de nosotras y usted, sumamos cien”. El gavilán, anonadado por tan inesperada respuesta, se quedó pensativo tratando de resolver el enigma: ¿Cuántas palomas eran? Solo los avanzados en álgebra se lucían ante las bellas pueblerinas que buscaban entre los asistentes a sus futuros esposos. Recientemente un economista escribió: “Soy de `lo´ que piensan”. Escucho a menudo: “soy de los que `pienso´” o “soy de `lo que piensa´”. Si profesionales y comunicadores pusieran más mayor atención a las implicaciones matemáticas dirían, basándose en la teoría de conjuntos: “soy de los que piensan”, es decir, “pertenezco al conjunto de aquellos que piensan tal o cual cosa”. Las matemáticas son una serie de lenguajes simbólicos, tan necesarios en el habla común, en literatura y ciencias, que Platón escribió en su puerta: “El que no sabe geometría no entre”.
Pero son muchos más los que ignoran la frecuencia con que las matemáticas entran en su habla cotidiana. Usamos la media aritmética o promedio cuando decimos: “Vladimir Guerrero fue un gran bateador: o sea, bateaba por encima del promedio; la frase “los veganos somos buenos todos”, afirma que el conjunto de los veganos está por encima del promedio respecto a la variable “calidad humana”, con una desviación media o estándar igual a cero, o sea, que son homogéneos en este respecto, que no hay dispersión respecto del promedio. Suele haber “estadísticas” falsas en la “labia” de políticos y vendedores. Cuando decimos “casi siempre”, queremos decir: un altísimo porcentaje; “nunca” significa frecuencia igual a cero; la “mayoría”, más del 50%. También usamos las correlaciones: Las gentes sin educación son víctimas de la pobreza, indicando que hay alta correlación entre ingreso y educación. Los sociólogos utilizan la geometría cuando hablan de pirámide social o círculo de influencia; toman imágenes y conceptos de la geofísica para hablar de capas, estratos y estructuras. Sin advertirlo hablamos de proporciones, tasas y probabilidades. Pedro Mir dijo: “(…) hay pirámides que no resisten la muerte de ciertas mariposas” (hermanas Mirabal). Decimos que una persona es vertical, constante, firme; que está diametralmente opuesta; o, que toca un tema tangencialmente. El científico Carl Sagan, insinuando un desatino de Dios, dijo: “Si fuésemos el único planeta habitado en el universo, sería un gran desperdicio”. Sagan debió recordar que resultaría lo mismo que hubiese millones de planetas habitados, pues cualquier número (finito) dividido entre infinito arroja el mismo resultado matemático, o sea, infinitamente pequeño: ¡Igual desperdicio! Debió economizarse el desaguisado. Hay muchísimas instancias de matemáticas en el habla común que educadores y comunicadores debieran relievar. Finalmente, las palomas eran veintidós; O sea, X+X+2X+1/2X+1=100 =22+22+44+11+1. Una ecuación sencilla que desconcertó y disuadió al malvado gavilán.

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