Autobuses atestados de gente expulsan nubes de humo negro y pelean con taxistas enojados mientras las motocicletas zigzaguean por las calles en medio de una cacofonía de bocinas. Aquí cada quien está por su cuenta y la calidad del aire es terrible.
Bienvenidos a Bogotá, la ciudad más grande de América sin un metro. Durante décadas han soñado con un sistema ferroviario para controlar la congestión en la capital que alberga a 8 millones de habitantes, donde los desplazamientos diarios pueden extenderse hasta por cinco horas.
Sin embargo, funcionarios de la ciudad dicen que finalmente este sistema de transporte llegará a la urbe.
Grupo Carso, del multimillonario mexicano Carlos Slim, el gigante de la construcción española Sacyr y China Harbour Engineering son algunas de las compañías que respaldan a seis consorcios internacionales de construcción que licitan por la red ferroviaria elevada de 24 kilómetros, según documentos vistos por Bloomberg.
Los funcionarios adjudicarán el proyecto en septiembre, cuyo costo se estima en más de 5 mil millones de dólares, dijo la secretaria de Hacienda de Bogotá, Beatriz Arbeláez, en una entrevista.
La ciudad asumirá hasta 2.5 mil millones de pesos colombianos (aproximadamente 770 millones de dólares) en deuda este año, la mayor parte del mercado local de bonos, para ayudar a pagar el metro y otras necesidades de infraestructura, explicó la funcionaria.
«Esta ciudad ha estado hablando de construir un metro por más de 50 años, pero nunca en nuestra historia hemos estado tan avanzados en todas las facetas, incluso en lo político y lo financiero», afirmó.
La ruta pasará por varios de los vecindarios más pobres del sur de la ciudad, bordeará el centro colonial español que alberga los ministerios del Gobierno y el Palacio presidencial, y terminará a pocas cuadras del sector financiero en el próspero norte de la ciudad.
Arbeláez señaló que confía en que la administración actual dejará el cargo a fines de año con un proyecto listo para comenzar. El Gobierno nacional está aportando el 70 por ciento de la financiación.
Los planes anteriores del metro de Bogotá se estancaron aunque en los últimos años las urbes de Latinoamérica invirtieron mucho en los sistemas de transporte público. Por ejemplo, Ciudad de Panamá abrirá su segunda línea de metro este año, Santo Domingo agregará nuevas estaciones a su sistema de dos líneas, y Santiago anunció que construirá dos líneas más a lo que ya es el sistema más extenso de Sudamérica. La segunda ciudad de Colombia, Medellín, ya tiene un metro con tres líneas.
Se requiere que la empresa ganadora aporte al menos mil 100 millones de dólares para el proyecto y se le otorgará un contrato de 25 años para construir y operar la línea, que abriría a partir de 2024.
Bogotá introdujo un programa llamado ‘pico y placa’ que limita en días alternos el uso del automóvil en ciertas franjas horarias, y diseñó una extensa red de autobuses conocida como Transmilenio, que incluye un sistema de autobuses rápidos con vía propia, para así reducir la congestión. No fue suficiente.
Planes anteriores del metro han quedado en el tintero por disputas sobre si debería ser elevado o subterráneo, y los alcaldes fueron dejando el cargo antes de poder avanzar en sus planes.
Esto también es un riesgo para el plan actual, puesto que las elecciones para alcalde se realizarán en octubre.
Los tapones
Los embotellamientos continúan en Bogotá y convierten los viajes diarios de los usuarios en una interminable tragedia. Alexandra Rodríguez, de 48 años, puso los ojos en blanco cuando le preguntaron sobre el plan del metro. Se demora tres horas y media al día viajando desde su casa, en un humilde vecindario del extremo sur de la ciudad, hasta su trabajo en servicios generales en el sector financiero. «Espero que lo construyan porque ayudaría mucho a personas como yo», dijo.