Sales associates bring Xbox game consoles to the counter for early morning shoppers at a Wal-Mart store in Panorama City, California, 23 November 2007. The day after Thanksgiving, known as "Black Friday," marks the start of the 2007 holiday shopping season with crowds of shoppers waiting overnight in long lines in the hopes of getting bargains on one of the busiest shopping days of the year. Gift cards are an increasingly popular way to give gifts, with some analysts suggest that the sales of gift cards will soon top 100 billion USD. AFP PHOTO / ROBYN BECK
Pese a las guerras comerciales y los aranceles, la economía estadounidense se apresta a cerrar el año con cifras positivas no vistas desde 2005.
Parece que la economía estadounidense seguirá avanzando en tanto nuevas reservas de demanda interna la sacan de la turbulencia en el exterior, lo que mantiene a la Reserva Federal encaminada a subir más las tasas de interés.
Las familias tienen más dinero para gastar de lo que se pensaba, gracias a grupos de ahorro recién descubiertos y los grandes recortes impositivos del presidente Donald Trump.
Las empresas están aumentando la producción y reabasteciendo sus existencias tras consumirlas al mayor ritmo desde 2009 y por fin parece que aumentará el gasto público desde que en marzo el Congreso abrió las compuertas con un paquete de 1.3 billones de dólares.
El resultado, según algunos economistas: el crecimiento en el segundo semestre de 2018 podría alcanzar 3 por ciento o más. Aunque sería un ritmo menor al 4.1 por ciento del segundo trimestre, bastaría para que el desempeño anual sea el mejor desde 2005, cuando el Producto Interno Bruto subió 3.5 por ciento.
“Es una luz verde” para la economía, dijo Allen Sinai, presidente de Decision Economics en Nueva York, que proyecta una expansión del PIB de 3.1 por ciento para este año.
Esta perspectiva sólida debería llevar al presidente de la Fed, Jerome Powell, y a sus colegas a avanzar con sus planes de subir las tasas dos veces más este año pese a las críticas de Trump.
El viernes, en un evento de recaudación de fondos, el presidente dijo a donantes ricos republicanos que esperaba que Powell, a quien nominó para reemplazar a Janet Yellen este año, fuese un presidente pro dinero barato, pero en cambio, el líder de la Fed ajustó la política monetaria.
Powell pronunciará un discurso el viernes en el simposio anual de la Fed de Kansas City en Jackson Hole, Wyoming.
Un crecimiento de 3 por ciento en 2018 también debería ser bien recibido por la Casa Blanca. Constituiría un anticipo de la polémica afirmación del Gobierno de Trump de que las reducciones de impuestos a las empresas, la desregulación y políticas comerciales más favorables llevarán la expansión a ese ritmo de forma sostenida.
Sin embargo, abundan las salvedades para esa perspectiva más positiva. La principal es la turbulencia que están causando los aranceles de Trump sobre los metales importados y un surtido de bienes chinos.
La mayoría de los inversores del mercado accionario estadounidense ignoró el tumulto —los precios de las acciones rondan récords—, pero todo podría cambiar si Trump amplía las batallas comerciales e incluye los automóviles, una industria global fundamental.
Muchos economistas también cuestionan cuánto más pueden durar los buenos tiempos, en tanto aumenta el costo del crédito, dado que el impulso de la rebaja de impuestos y el mayor gasto público se desvanecerá el año que viene y desaparecerá en 2020.
Con todo, el vigor de la economía “sorprende un poco” en el décimo año de expansión, comentó Sarah House, economista de Wells Fargo Securities.
“Proyectamos un segundo semestre bastante fuerte”, declaró. “Hay muchas fuerzas positivas en juego”, manifestó.