Subsidios y pobreza: el caso de las viviendas

Subsidios y pobreza: el caso de las viviendas

Se preguntaba el Padre Alemán en 2005 si para reducir la pobreza era preferible focalizar a las personas, a actividades específicas, a zonas geográficas, o a una combinación de ellas.
Aunque confesaba admiración por el esfuerzo hecho para identificar a los pobres, enumeró tres objeciones a los esfuerzos de subsidiarlos: “las injusticias derivadas de clasificaciones incorrectas no holísticas, los costos de personal y computación requeridos en cada método y su muy pequeño potencial para estimular el esfuerzo y la capacidad funcional de los beneficiados para salir de su pobreza”.
Uno de los logros más sonados de la revolución Bolivariana ha sido la construcción de 2.5 millones de viviendas de carácter social desde 1999.
En un país de 32.0 millones de habitantes u 8.0 millones de viviendas (asumiendo 4 personas por hogar), esto implicaría que se han provisto mejoras habitacionales a un 31% de la población, más, si se deducen los 3 a 5 millones de emigrantes.
Este hecho encomiable contrasta con los demás resultados económicos del país petrolero, obligando la pregunta de por qué un programa de construcciones públicas tan significativo no habría generado un efecto multiplicativo en empleo y otros sectores, como suele suceder.
De hecho, los programas de construcción de viviendas como salvaguarda social y dinamizador del crecimiento no son nuevos, ni exclusivos al socialismo, como se alega; al contrario, Roosevelt declaró la vivienda como un derecho y el Plan Wilson lo utilizó para reconstruir a Europa, entre otros.
Para poner tal logro en contexto, las 2.5 millones de nuevas viviendas venezolanas equivaldrían a la construcción de 25.5 millones de viviendas en EEUU con una población de 327.0 millones u 833,000 viviendas en R.D.
Según el censo de EEUU, entre 1999-2018 se iniciaron construcciones de 19.5 millones de residencias y se adquirieron unas 26.5 millones de residencias privadas con un tamaño promedio de 202 mt2.
En República Dominicana la cantidad de viviendas creció en un millón de unidades entre 1993-2012, aumentando el porcentaje de viviendas con techo de concreto de 20% a 41% y el porcentaje con paredes de block o cemento de 52% a 75%, duplicando las viviendas construidas con materiales duraderos. Así, ambos países presentan avances proporcionales a los citados por la Gran Misión Vivienda Venezuela que ha requerido el soporte financiero de 7 países amigos.
Llama la atención que, concomitantemente, la Cámara Venezolana de Construcción documenta una caída sostenida en el valor real de la construcción privada desde 2007, descendiendo a valores negativos desde 2010.
Revelan, además, que “94% de las familias venezolanas que requieren una solución habitacional no pueden acceder por sí solas a los mercados formales de vivienda” documentando, adicionalmente, un sobrecosto del 446% en las viviendas sociales y alegando favorecimiento a constructores extranjeros.
Dijo Alemán: “Da pena tener que perder el tiempo en recordar recetas tan confirmadas por la experiencia. Con sólo políticas asistenciales, necesarias en muchos casos, no se hará mella en la pobreza”. Así, la gestión gubernamental debe aspirar a optimizar el funcionamiento de los mercados y “limitar las ayudas de los ‘bienes meritorios’ o sociales (llamados de Musgrave) a ancianos, minusválidos y mujeres vulnerables con familia.

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