Suspiro: espumoso, dulce y suave

Suspiro: espumoso, dulce y suave

Si adoras los postres suaves, espumosos y muy azucarados, de seguro te derrites por el suspiro. Y es que esta deliciosa mezcla que acompaña nuestros bizcochos de bodas, cumpleaños, bautizos, graduaciones, aniversarios… hace honor a su nombre, pues hace suspirar a cualquier con su rico sabor, olor y textura.
El suspiro, conocido en muchos países como merengue, tiene una receta básica: clara de huevo batida y azúcar, preferiblemente glas; pero que permite resaltar su sabor a través de aromatizantes, especias, frutos secos o colorantes naturales.
También se puede cocinar al horno. Si lo cueces a baja temperatura y por un largo período de tiempo queda blando; si quieres que tu suspiro sea más consistente y crujiente, debes hacerlo a temperatura alta y dejar por menos tiempo.
Preparado de esta forma última, obtienes un suspiro seco por fuera y húmedo y jugoso en su interior. El tiempo de horneado para un suspiro blando es de una hora a 170 °C y para uno duro de 15 minutos a 210 °C. Nunca debe ser guardado en la nevera, pues se humedece.
Origen. Existen varias teorías y leyendas sobre el origen de este empalagoso postre. Una de las más populares es que fue inventado aproximadamente en el año 1 600 por el pastelero italiano con residencia en el pueblo suizo Meiringen, y de ahí viene su nombre.
Otra historia sobre los antecedentes del merengue o suspiro es que fue creado por un cocinero que trabajaba para el rey Estanislao I Leszczynski, de Polonia, a partir de una receta alemana y que provendría del vocablo polaco “Marzynka”.
Hasta principios del siglo XIX se moldeaban con una cuchara antes de llevarse al horno. En la actualidad, la forma de hacer el merengue es por medio de una manga pastelera. Esta manera fue introducida por el gastrónomo y cocinero francés Marie-Antoine Carème.

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