La música popular, en sus diferentes expresiones, ha tenido grandes etapas gloriosas entre la afición dominicana.

Hace 25 a 30 años era impensable que un aficionado permaneciera de 20 minutos a media hora escuchando una música ruidosa, monótona o de difícil ubicación en un género tradicional conocido.

La década de los 60 del pasado siglo se caracterizó por la enorme difusión y acogida que alcanzó la música mexicana, franqueada por los espectáculos artísticos del Canal 4, la radiotelevisora que era entonces ‘propiedad’ de un hermano del dictador Trujillo.

El bolero, el rock y otros géneros se abrieron espacio entre jóvenes y adolescentes, en el período 1970-1980, gracias a los movimientos migratorios de la época y a la amplia aceptación que encontraron en las radiodifusoras de moda.

Así surgieron numerosos grupos de música pop y rock, dando respuesta a lo que la juventud reclamaba entonces.

Merengue y bachata impusieron, al propio tiempo, estilo y presencia en los salones de baile y en las programaciones de radio y televisión.

El siglo XXI nos impone ahora la  Techno o música electrónica, que causa furor entre la juventud y que, con un solo movimiento corporal, conduce al baile hasta el cansancio. Es la moda de la jevitada.

Pienso que mantenerse de pies por 30 minutos, contorsionándose y emitiendo alaridos indescifrables, puede llevarnos, sino a la locura, al menos al éxtasis.

Prefiero la serenidad de un violín, guitarra acústica o la excelente interpretación de un hermoso bolero.

¿Y usted?