Telescopio. Informe

Telescopio. Informe

Un informe “torturador”.- Pese ser un secreto a voces, el informe sobre las torturas de prisioneros sospechosos de los ataques del 11 de septiembre en EEUU, ha desatado una gran conmoción. El documento, que fue presentado por la senadora demócrata Dianne Feinstein, consta de 500 páginas y es un resumen de las más de 6,000 de la verdadera investigación elaborada por el Comité de Inteligencia del Senado de EEUU en un período de cinco años. El trabajo describe los métodos y torturas utilizados contra un centenar de sospechosos retenidos en cárceles secretas en los ocho años posteriores a los atentados.

Maestros del dolor.- En el artículo 1 de la Convención de ONU contra la Tortura, esta es definida como “…todo acto por cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar esa persona o a otras…”. Entre las torturas de la CIA contra los presos se cita el “Walling”, la “técnica de la pared”, en la cual se coloca el prisionero frente un muro y luego el torturador lo lanza contra la valla. Otra es el aislamiento y encierro del cautivo desnudo y por varios días en una incómoda caja pequeña.

Para enloquecer.- Otra “herramientas” de la CIA es el terror psicológico y amenaza contra familiares del detenido. Muchos reos fueron sometidos, también, a la privación del sueño. El informe señala que algunos presos duraron hasta siete días encadenados y atados al techo de una habitación iluminada todo el día. Otros fueron sometidos al “Waterboarding” o simulación de ahogamiento. Aquí se ataba el reo a un banco, se le colocaba una toalla en la frente y los ojos mientras se le echa agua en la cara. La víctima vomitaba, convulsionaba y perdía el conocimiento. Otras torturas, propias del manual de la Inquisición, que cita la investigación, son colgar al reo por días en plena oscuridad, como un salami, y la “alimentación rectal” o “hidratación rectal”. Con estos métodos, propios de la caverna, cualquier individuo se declara culpable de toda acusación, además de quedar loco.

 

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