Casi 500 millones de personas en una cuarta parte de la economía global viven en países con tipos de interés por debajo de cero, donde cobran los que piden dinero y son penalizados los ahorradores.
Esta situación puede llevar al pánico bancario y a la ansiedad bursátil.
De hecho, en los tres primeros meses del año, los índices globales han perdido casi 2 billones de dólares de valoración, según los datos de Bloomberg.
El objetivo global de esta política monetaria es que los bancos presten dinero, especialmente a consumidores y empresas, quienes a su vez deberían beneficiarse de estos bajos tipos. “Además, se busca una caída del tipo de cambio que eleve las exportaciones e incremente los precios de las importaciones”, explica una publicación del diario español El Economista.
“Pero estas políticas no vienen sin riesgos. Los beneficios de la banca están siendo estrangulados, los mercados monetarios podrían congelarse y los consumidores acaben llenando sus colchones para evitar que su entidad financiera le cobre por tener dinero. Es más, el resultado podría ser contraproducente y que la inflación sea todavía más débil, de ahí que a la hora de recortar tipos los bancos estén yendo de puntillas”, agrega El Economista.
«Soy escéptico sobre la eficacia de los tipos de interés negativos», mantiene Barry Eichengreen, profesor de Economía de la Universidad de California Berkeley. “Incrementan los costes a los bancos, que tienen dificultades para pasárselos a los cientes dada la debilidad de la economía y por lo tanto a la demanda de crédito. Balances bancarios más débiles no son la forma ideal para fomentar el crecimiento, es uno de los puntos que no se suele tener en cuenta”, expresó.
De momento, los mercados financieros ya están notando los efectos. Hasta 8.000 millones de dólares en bonos ofrecen rendimientos negativos. Japón pagó a los inversores para que adquirieran deuda a 10 años, mientras que empresas como Siemens y Royal Dutch Shell ven como sus bonos cotizan en negativo.
Si los audaces planes de la banca central funcionan, la inflación se acelerará desde el 1,1% que prevé el FMI para las economías desarrolladas este año, prácticamente la mitad del dos por ciento que se suele fijar como objetivo. El problema es que no todo el mundo está de acuerdo con la idea de los inversores, quienes jaleaban al principio esta enorme cantidad de dinero barato.