Transparencia, transparencia, transparencia

Transparencia, transparencia, transparencia

Ya es hora de darle un giro radical al encubrimiento de la verdad. Al ocultamiento de la información. La primera regla de un Gobierno transparente es la veracidad de sus datos y cifras.  Pero en este país se vive en la oscuridad total y el Gobierno cuenta para ello con una amplia red de medios de comunicación que solo resaltan sus versiones manipuladas, sin darle espacio a la crítica y los cuestionamientos.

Hay que desatar polémicas y discusiones que puedan arrojar un poco de luz sobre lo que está pasando en este país y para eso hay que contar con medios más independientes.  

Cuando el Ministro de Agricultura lanza sus andanadas sobre ese sector, en un 80% de las veces está manipulando la información o mintiendo, pero sus declaraciones salen con gran despliegue y las críticas apenas se difunden. Algunos lo llaman “genio de la agricultura”, otros “el milagroso” y otros que ha sido el mejor Ministro de ese sector. ¡Dios mío, que tragedia la de este país!

Lo de Hacienda es patético, ya que su ministro insiste en que la deuda pública está en apenas US$14 mil millones y lo repite cientos de veces y las mismas veces sale publicado sin ningún análisis o cuestionamiento. Con el déficit fiscal pasa exactamente lo mismo ya que lo encubren o lo manipulan de una manera descarada y no perdonan ni al FMI.

El ministro de Salud Pública ha manipulado a su antojo las cifras sobre enfermedades y muertes derivadas de infecciones y epidemias. Lo hizo claramente con el dengue y ahora lo hace con el cólera. Su único interés es politizar el tema sin importar las consecuencias. 

La educación es un desastre donde nadie sabe lo que está pasando y el intoxicante desayuno  escolar es el misterio mejor guardado de la historia dominicana. Con las grandes obras del Estado pasa lo insólito, ya que conociendo la mafia que se mueve en ese mundo de multimillonarias comisiones, nadie se atreve a abrir la boca.

Y si nos vamos al ámbito policial o del Ministerio Público, aquí nada es creíble por definición. Toda la información que proveen estas instituciones está manipulada o responde a intereses de gente vinculada al Gobierno, de estamentos militares o de narcotraficantes.

Pero también es cierto que poca gente se atreve a contradecir esas mentiras sin poner en riesgo cualquier cosa que lo vincule al Gobierno, ya sea por vía contractual, por una deuda por cobrar, por miedo a represalias comerciales, por algún familiar cerca del poder o simplemente para no echarse vainas.

Siempre hay una excusa para quedarse callado, aun teniendo información valiosa o conocimientos suficientes para desmentir todas esas falsedades que nos venden. Hay una actitud de conformismo muy arraigada en los dominicanos y en algunos se extiende al derrotismo, afirmando  “esto no tiene solución”.

Esa actitud puede ser entendible cuando las autoridades tienen sus manos metidas en cada rincón del país y se preocupan hasta con quién te reúnes o negocias si no eres de su agrado. Y eso me ha sucedido en algunas ocasiones cuando visito a clientes del sector empresarial para ofrecerles mis servicios profesionales, donde a los pocos minutos llega una llamada preguntando “qué yo hacía ahí”.

No es fácil vivir con el poder pisándote la cabeza. Pero no puedo comprometer a nadie para confirmar este tipo de barbaridades aunque, gracias a Dios, no todos le temen a esas intromisiones del poder y mandan al carajo a quien sea.

Y eso es lo que necesita en este país, más gente dispuesta a jugársela por la transparencia.

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