Tras los fastos de Sochi, una ruina financiera amenaza a Rusia

Tras los fastos de Sochi, una ruina financiera amenaza a Rusia

SOCHI, Rusia. AFP. Las gigantescas construcciones levantadas en Sochi para los Juegos Olímpicos más caros de la historia, que acaban este domingo, amenazan con dejar una ruina financiera a Rusia, teniendo en cuenta la enormes inversiones difícilmente rentables.

Tras su designación en 2007 para organizar los Juegos, Sochi se convirtió en una de las mayores zonas de obras del planeta, donde los edificios e infraestructuras crecieron como champiñones en esta ciudad ubicada entre el mar Negro y las montañas del Cáucaso, una zona hasta entonces huérfana de instalaciones deportivas.

La construcción, además, de carreteras y vías de ferrocarril elevaron los gastos totales de la operación a 50.000 millones de dólares (37.000 millones de euros) para un evento sin precedentes en Rusia desde la desaparición de la Unión Soviética y del que el presidente Vladimir Putin quiso hacer una vitrina del país.

La cuestión ahora es saber qué hacer con todos esos edificios de viviendas nuevos una vez que se marchen los atletas, acompañantes, periodistas y espectadores que los han ocupado durante las dos semanas de competición.

Más claro parece el futuro de las instalaciones deportivas. En el parque olímpico del lado mar, por ejemplo, el palacio de hielo Bolchoi (donde se han disputado partidos de hockey) se convertirá en un pabellón multiusos, el Iceberg (que albergó las pruebas de patinaje) debe reconvertirse en un centro de entrenamiento para la Federación Rusa de Ciclismo, y el edificio Chaiba (que también acogió encuentros de hockey) se desmontará y se reinstalará en otra ciudad rusa, sin que se haya precisado por el momento cuál.

El Estadio Fisht, lugar de las ceremonias de apertura y clausura, albergará partidos del Mundial de Fútbol de 2018; el primer Gran Premio de Fórmula 1 de la historia del país atravesará la villa olímpica en noviembre; y Rusia pretende organizar grandes acontecimientos internacionales en Sochi, como, por ejemplo, la reunión del G8 en junio.

Ayudas del Estado. Según un informe realizado por dos opositores rusos, Boris Nemtsov (exministro de Boris Yeltsin) y Leonid Martyniouk, la mayor parte de las instalaciones olímpicas quedarán inutilizadas tras los Juegos.

«Teniendo en cuenta los elevados costes de mantenimiento, numerosas infraestructuras olímpicas serán destruidas progresivamente», predicen los autores del informe «Putin-itogui» («La cuenta de Putin»), quienes denuncian también que hasta 23.000 millones de euros del total del presupuesto de Sochi se lo han apropiado personas cercanas a Putin.

Señal de las dificultades que se avecinan, el propio presidente ruso deploró a principios de febrero la ausencia de infraestructuras educativas y sanitarias entre los edificios construidos en Sochi, que pueden quedarse vacíos por la falta de compradores.

El oligarca Oleg Deripaska, cuyo hólding se ha endeudado para construir el complejo deportivo de Krasnaia Poliana, ya ha reclamado la ayuda del Estado, así como otros grupos empresariales que han invertido fortunas en la operación «Juegos de Sochi».

Es el caso de la empresa Interros del oligarca Vladimir Potanin, propietario de la mayor estación de esquí de Sochi (Rosa Khutor), del gigante energético Gazprom, proprietario de la estación Laura (disciplinas nórdicas) y del banco público Sberbank.   Estos grupos empresariales que invirtieron por indicación del Estado reclaman ahora que se suavicen las condiciones de los créditos concedidos por el banco público Vnecheconombank, algo que el Kremlin rechazó hasta ahora.

Excesiva oferta inmobiliaria. Según una cláusula, si los creditores no pueden reembolsar los préstamos, el Estado recuperará unas instalaciones que serán difícilmente rentables.

La experta inmobiliaria Valéria Mozganova asegura que los apartamentos construidos especialmente para los Juegos serán muy difíciles de vender o alquilar porque la oferta del mercado inmobiliario en Sochi ya era muy superior a la demanda antes incluso de los Juegos.

Dotada de un nuevo aeropuerto internacional y de un puerto que ahora podrá acoger grandes cruceros, la ciudad de Sochi espera atraer más turistas, esencialmente rusos, que hasta ahora viajan a otras destinaciones más baratas como Egipto o Tailandia.   «Será difícil», admite Mozganova.

En montaña, los hoteles de lujo construidos para los Juegos desean atraer a una clientela con alto poder adquisitivo que hasta ahora marchaban al extranjero a esquiar, sobre todo a las estaciones centroeuropeas, añade la experta.

Pero si esta nueva clientela no llega pronto y con asiduidad a Sochi, Rusia puede heredar de los Juegos una auténtica ruina financiera.

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