Trastornos mentales y Burnout en los profesores

Trastornos mentales y Burnout en los profesores

La medicina ocupacional reza que uno enferma de lo que trabaja; pero también, de la actitud que se tenga con el trabajo y de la relación armónica con uno mismo. El trabajo debe dar satisfacción, bienestar y oportunidades para el logro. Debe, junto a la profesión, ser parte del orgullo y de la identidad psicosocial.

El 4% del salario debe de invertirse a su salud mental. O sea, recreación, viajes, lectura, confort, calidad de vida y vida digna, para alcanzar una existencia sintiente y reconfortable. Ahora se ha determinado que los profesores en este país terminan pensionados con problemas mentales: depresión, trastorno de ansiedad, trastornos psicosomáticos, Bipolaridad, insomnio crónico, Demencia, Parkinson, entre otros. Sin embargo, el estudio del que habla la profesora María Teresa no mide el impacto psicosocial y los niveles de satisfacción y felicidad de los profesores. Conozco y he deglutido y digerido la vida de los profesores. He socializado con ellos y ellas, sé de su angustia existencial, de sus miedos y riesgo laboral.

Los profesores son el sector con altos indicadores de conflictos de parejas y divorcios, después de las enfermeras; ocupan una franja importante de las familias monoparentales y de personas adultas sin parejas, y sin expectativas de logros tangibles en los próximos 10 años: vivienda, vehículos, viajes, inversiones, confort, calidad de vida, mudanza etc. Los profesores dominicanos antes de su retiro o pensión terminan afectados por enfermedades crónicas no transmisibles: Hipertensión, Diabetes, Fibromialgia, Fatiga Crónica, Cáncer, Lupus, Depresión, debido al estrés crónico al que son sometidos, produciendo una disminución de su defensa inmunológica. Y, para mal, no cuentan con ARS ni con un plan básico familiar que cubra el coste de salud, ni una pensión digna y decente que le permita vivir sus últimos años en la condición de ser persona útil y trascendente.

Ser profesor y vivir del magisterio o de la enseñanza pública y privada es una verdadera agonía y un acto de altruismo social, de vocación de servicio poco entendido, poco remunerado, desgastante y, por demás, de mucha exigencia social. A los profesores se les exige buena presencia, actualización, maestría, postgrado, PHD y vivir de acuerdo a la postmodernidad. Esa presión social y laboral sostenida por años, es la que ha producido en cientos de maestro el Síndrome de Burnout “estar quemado” terminar desmotivado, agotado, sin deseo y sin pasión, angustiado y con una pobre autoestima y una pobre identidad psicosocial. El profesional “quemado” percibe su trabajo como su agresor, su estrés, su agonía y su martirio. Trabajo para pagar cosas, desvivir y cumplir necesidades carenciales. La vida de un profesor no es fácil, ni entendible, ni reforzada, ni valorada, como expresión de una actividad que estimula a despertar personas.

El mercado, la economía, el pragmatismo y la vida del relativismo ético han desdoblado y desmoralizado el servicio humanista de ser profesor, médico, abogado etc. Solamente, los que han descubierto las razones existenciales, el no despersonalizarse, ni entrar en la nueva agonía de la búsqueda del estatus social, la cultura de la prisa y la vida light, son los que han mantenido su profesión con orgullo. La plena satisfacción de vivir el ser, el goce y la conquista de ser profesor, cuando la sociedad estimula el desaprender.

Un profesor cultiva el arte y la disciplina del conocimiento para ponerlo al servicio de los demás. Un maestro, es un ser que despierta personas, que influye con su conducta y pensamiento en los demás; pero sobre todo, se convierte en una referencia social sana y digno de imitar.

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