Es aclarador mirar la historia en sus grandes líneas. Si le creyéramos a Peña Batlle, tendríamos que los años 1500 los pasamos en lucha contra la reforma, contra el comercio de los países de la Iglesia reformada; los años 1600 los pasamos guerreando contra los bucaneros y filibusteros; los 1700, hasta el Tratado de Basilea en 1795, transcurrieron peleando una guerra fronteriza contra la penetración francesa. Estos no son los acontecimientos políticos ordenados cronológicamente. Son los hechos que señalan “las formas de vida”. Lo cual quiere decir que hemos vivido sin organizarnos, en continuo estado de emergencia, de interrupción de la vida normal. Los años 1800 fueron años de combates contra los haitianos, años de invasiones, de luchas o amenaza de luchas.
Si a esto añadimos la historia económica de la época colonial veremos que esa historia consiste en fracasos, crisis, despoblaciones. El fracaso continuado de varias formas de economía: oro, azúcar, contrabando, maderas, cacao, está mezclado con abandono administrativo e invasiones extranjeras. Podemos sintetizar diciendo que la historia dominicana ha sido “desorden, pobreza, violencia”. Y aun no hemos nombrado las luchas intercaudillistas.
En cuanto a la “sociedad resultado de esa historia”, podemos enumerar algunas notas características. Las clases sociales no se formaron nítidamente porque no se desarrolló la economía, las barreras sociales y distingos se destruyeron por la pobreza; negros y blancos, pobres por igual, no tuvieron más alternativa que disminuir sus prejuicios raciales, económicos y de clase. Los mulatos empezaron pronto a ser funcionarios, con la aquiescencia de la corona española, puesto que desde mediados del siglo XVII ya éramos una población principalmente mulata.
Entre los países birraciales, Santo Domingo tiene una privilegiada posición por la atenuación de los prejuicios. Y es tradicional una gran movilidad social. Ha sido fácil ascender socialmente por razones de talento, cultura, milicia, comercio o política. En resumidas cuentas: “nunca hemos tenido una guerra racial ni tampoco una guerra social”. La política “resultante de esa sociedad”. Ha sido tiranía, militarismo, falta de justicia, ilegitimidad. Santana, Báez, Lilís, Trujillo, son tiranos que cubren grandes trechos de nuestra historia independiente. Tras esa historia, esa sociedad y esa política, vienen “los pesimistas” a decirnos que nuestros compatriotas no sirven para nada… (Un ciclón en una botella, 1996).