Trujillo acusado de violador

Trujillo acusado de violador

En reconocimiento “a las buenas actuaciones y eficientes servicios” prestados a los invasores norteamericanos en el control de los llamados “gavilleros” en el Este, el teniente Rafael L. Trujillo fue ascendido a capitán y enviado a dirigir la fortaleza de San Francisco de Macorís.
Durante su estadía en la zona oriental estableció importantes vínculos de amistad que le fueron incondicionales hasta el día de su asesinato en mayo de 1961.
Uno de esos “amigos” cercanos fue Ramón Berroa, de San José de Los Llanos, con quien mantuvo una estrecha amistad y a quien distinguió con importantes posiciones públicas con poderes casi totales, no obstante su limitada formación escolar. Fue comisionado presidencial en el Este, síndico de Los Llanos, alcalde pedáneo y otros.
Berroa, siendo guarda almacén de los depósitos de las tropas de ocupación en San Pedro de Macorís facilitaba con frecuencia mercancías y bebidas al joven oficial. Y más tarde le ayuda militantemente cuando Trujillo fue encarcelado y juzgado en Los Llanos, acusado de violar a una joven del lugar.
Lorenzo Berroa Leguizamón, de 91 años, nieto de Berroa, quien vive en la comunidad de Dos Hermanas, próximo al cruce de Cayacoa, en la carretera Mella, cuenta que fue su abuelo Ramón quien salvó a Trujillo de la acusación de violar a la muchacha llanera y de hacer quemar la casa del Tribunal y los registros judiciales del caso.
A principios de 1940, un pariente del Jefe que prestaba servicios en el Palacio Nacional confirmó lo sucedido con la joven, según narra Mario Read Vittini, en su libro “Trujillo de Cerca”, Páginas 46 y 47.
Otro gran amigo de Trujillo durante su ejercicio militar en San Pedro de Macorís fue el comerciante Juan Hazim, casado con Aurelia Medina (doña Lela), en cuya casa pernoctaba y comía cuando iba desde su comando en El Seibo. Lela era nativa de San Cristóbal y en su lar sus familiares eran vecinos de los Trujillo.
Doña Lela contó a Read Vittini que una vez llegó Trujillo a su casa, en la calle Independencia 23, con todo el uniforme lleno de pintas de sangre y que de sobremesa de la cena, de pie, con las manos sobre el espaldar de una silla de comedor, contó cómo esa misma tarde había acabado con una familia de gavilleros, hombres, mujeres y niños y que él mismo había ahorcado algunos de ellos. Lela, horrorizada, le dijo: “ay, Chapita… ¿Cómo puedes ser tan cruel?… ¿Cómo puedes hacerles esas cosas a esos infelices?”, a lo que Trujillo, sin inmutarse, respondió: “¡No te mortifiques, mamita, que esas gentes no eran tuyas!”
Tiempos después la Guardia Nacional fue convertida en Policía Nacional y Trujillo fue nombrado comandante de una compañía, y a raíz de la muerte del mayor César Lora, comandante del departamento Norte con asiento en Santiago, el futuro dictador lo sustituyó ascendido al rango de mayor. Aprovechó la oportunidad y concertó fuertes y convenientes amistadas que le fueron muy útiles para la ejecución de sus fines políticos, materializados en febrero de 1930 con el golpe contra Horacio Vásquez.

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