Trump reforma la Casa Blanca tras sus primeros seis meses

Trump reforma la Casa Blanca tras sus primeros seis meses

WASHINGTON.— Seis meses después del inicio de su presidencia, Donald Trump está encajado entre una agenda paralizada, un Ala Oeste que se asemeja a un nido de víboras, un montón de investigaciones abiertas y un Partido Republicano que empieza a romperse.

Trump reconoció el viernes de forma indirecta los problemas con un abrupto cambio en la secretaría general de la Casa Blanca, que pasa al general retirado John Kelly, ahora al frente del Departamento de Seguridad Nacional. Kelly ocupará el puesto de Reince Priebus, un republicano escéptico sobre las posibilidades electorales que tenía el año pasado Trump, quien en los últimos tiempos lo consideraba débil e ineficaz.

¿Podrá Kelly arreglar las cosas? Gran parte de su éxito dependerá de factores que están fuera de su control, como que el equipo del dirigente esté dispuesto a dejar a un lado las rivalidades que han sembrado el desorden en el Ala Oeste y complicado cualquier esfuerzo para promulgar políticas. Pero hay dudas más acuciantes: ¿Puede Kelly hacer lo que Priebus no pudo? ¿Puede frenar la inclinación del presidente por el drama y la imprevisibilidad y su tendencia a centrarse en otros aspectos y no en promover una agenda política?

Ningún otro colaborador o asesor ha tenido éxito en ese frente. Como candidato _ y ahora como presidente _ Trump ha visto pasar a una serie de directores de campaña y asesores políticos, pero sigue distrayéndose fácilmente con sus intereses personales y solo se vincula vagamente a los planes políticos.

“Trump ha gastado buena parte de su capital político en nada más que en defender su reputación”, dijo Alex Conant, estratega republicano, sobre los primeros seis meses del presidente en el cargo. “No hay una estrategia sostenida; su atención parece cambiar hacia lo que quiera que sea tendencia en las noticias por cable en ese momento”.

Los cambios de personal son una táctica empleada por otros presidentes en problemas para señalar que están listos para un cambio. En 1994, Bill Clinton sacó a Leon Panetta del ejecutivo para ponerlo al frente de una Casa Blanca poco organizada. George W. Bush nombró a su director de presupuestos Josh Bolton para el cargo en 2006, mientras arreciaban las críticas contra su presidencia por la gestión de la guerra de Irak y la respuesta federal al huracán Katrina.

Sin embargo, es poco habitual que los presidentes pasen por tantas polémicas tan rápido como Trump. Su tuit del viernes por la tarde anunciando el nombramiento de Kelly culminó una semana en la que su nuevo director de comunicaciones, Anthony Scaramucci, atacó en público a Priebus; legisladores republicanos criticaron con dureza las palabras del mandatario contra el secretario de Justicia, Jeff Sessions, por inhibirse en la investigación federal por las intromisiones de Rusia en la campaña y el fracaso de los esfuerzos republicanos para aprobar en el Senado una norma para reformar la ley sanitaria.

Algunos aliados de Trump intentaron culpar de la debacle de la reforma sanitaria a Priebus. El expresidente del Comité Nacional Republicano se había vendido a Trump como una persona bien conectada en Washington que podría ayudarle a reunir votos en el Capitolio. Animó a Trump a plantear la reforma sanitaria en los primeros compases de su mandato.

Pero mientras los republicanos se recuperaban del revés en el Senado fue Trump, y no Priebus, quien se convirtió en el blanco de las críticas.

“Uno de los fallos fue que el presidente nunca presentó un plan ni sus principios básicos y nunca se los vendió al pueblo estadounidense”, señaló el representante Charlie Dent, de Pennsylvania. Trump “derivó todo el asunto al Congreso”, agregó.

De hecho, los relativamente pocos llamados de Trump a la aprobación de la ley sugieren que estaba más interesado en la victoria política que en los detalles de la norma. Trump, un antiguo demócrata que no comparte todas las posturas de su actual partido, suele cambiar de opinión sobre si los republicanos deberían derogar y sustituir la reforma sanitaria del expresidente Barack Obama, conocida como Obamacare, de una vez o simplemente anularla por el momento.

Al final de la semana quedó claro que algunos republicanos no tienen miedo de distanciarse de un debilitado presidente. Los senadores Susan Collins, de Maine; Lisa Murkowski, de Alaska, y John McCain, de Arizona _ que regresaba a Washington tras ser diagnosticado con un tumor cerebral _ votaron en contra de la ley republicana para anular parte de Obamacare a primera hora del viernes.

Murkowski, que fue atacada por Trump en Twitter por su oposición, mostró pocas señales de sentirse intimidada por el presidente.

“Estamos aquí para gobernar, estamos aquí para legislar, para representar a las personas que nos pusieron aquí. Y, por lo tanto, no todos los días debería hacerse campaña. No todos los días se deben ganar las elecciones. ¿Qué tal si gobernamos algo?”, preguntó.

Hasta este momento, Trump no ha logrado convertir en ley ninguna propuesta importante. Sus únicos grandes logros fueron ejecutivos _ derogar leyes y deshacer algunos de los logros de su predecesor, como la adhesión al Acuerdo del Clima de París _ además de nombrar a Neil Gorsuch para el Tribunal Supremo.

Kelly, que había pasado toda su carrera en el ejército hasta que recibió la llamada de Trump para dirigir el Departamento de Seguridad Nacional, tiene una experiencia política y legislativa limitada. Pero, al menos por ahora, tiene la confianza del presidente.

“Ha sido una verdadera estrella en mi gobierno”, declaró Trump.

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