Tuberculosis: Luchar con armas obsoletas contra un gigante

Tuberculosis: Luchar con armas obsoletas contra un gigante

La bacteria de la tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis), que afecta sobre todo a los pulmones. Fuente externa.

Aunque parezca una enfermedad del pasado, la tuberculosis está muy presente en todo el mundo, especialmente en aquellas regiones atenazadas por la pobreza. El 61% de los nuevos casos en 2015 se produjeron en Asia, seguida de África con un 26%, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Tampoco se libran los países desarrollados, como los de Europa occidental, donde esta patología está asociada a la inmigración y al VIH.

La bacteria de la tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis), que afecta sobre todo a los pulmones, causó la enfermedad, en 2015, a 10,4 millones de personas y mató a 1,8 millones, frente a los 1,2 millones de fallecidos por VIH, según la OMS.

Tuberculosis y VIH suelen caminar juntos: el 35% de las muertes asociadas al virus del sida se debieron a la tuberculosis.

Pero mientras que los esfuerzos para controlar el virus del sida se han multiplicado hasta el punto de mantenerlo a raya con antirretrovirales y conseguir cronificar la enfermedad, en el caso de la tuberculosis parece que no haya pasado el tiempo.

“El test diagnóstico más utilizado, la microscopia, tiene más de cien años y, encima, sabemos que no detecta del todo bien la enfermedad. Además, la única vacuna que hay, la BCG, también ronda el centenario y no protege, de forma efectiva, contra las formas mas frecuentes, las pulmonares, mientras que los tratamientos de primera línea fueron desarrollados en los años 60”, asegura García-Basteiro desde el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, en Mozambique, donde coordina el área de tuberculosis.

Las tuberculosis multirresistentes

El investigador Alberto García-Basteiro en el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, en Mozambique. Foto cedida.

El investigador Alberto García-Basteiro en el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, en Mozambique. Foto cedida.

Aproximadamente un 5% de los pacientes no responden a los fármacos antituberculosis de primera línea más eficaces, isoniacida y rifampicina, es el fenómeno de la tuberculosis multirresistente.

A este grupo hay que tratarlo con otras combinaciones de medicamentos de segunda línea que supone tratamientos más largos, más tóxicos y más caros.

“Necesitamos nuevos fármacos -manifiesta el investigador- para tratar las tuberculosis multirresistentes que, a nivel global, van en aumento”.

Pocas novedades en herramientas terapéuticas

El equipo del doctor García-Basteiro realiza estudios epidemiológicos y participa en ensayos clínicos de estrategias terapéuticas. Foto cedida.

El equipo del doctor García-Basteiro realiza estudios epidemiológicos y participa en ensayos clínicos de estrategias terapéuticas. Foto cedida.

Aunque tuberculosis e innovación parece que discurran por caminos separados, existen dos nuevos medicamentos para esta enfermedad infecciosa que sobre todo afecta a los pulmones: la bedaquilina (Janssen) y el delamanida (Otsuka), pero “son tratamientos caros y no están al alcance de todos los países a día de hoy”, precisa García-Basteiro.

Otra vía es llevar a cabo estudios con antibióticos destinados para otras enfermedades infecciosas pero que podrían tener efecto contra la tuberculosis en combinación con otros fármacos.

También hay diez o doce candidatos a vacuna en ensayos clínicos pero todavía en fases I y II, en prueba de eficacia en humanos.

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