Ulises Heureaux y el continuismo premoderno

Ulises Heureaux y el continuismo premoderno

En tanto que héroe surgido de la Guerra Restauradora, lugarteniente de Luperón, Ulises Heureaux hubiera podido perfilarse como portador de las ideas nacionalistas de la pequeña burquesía, sector social que había lidereado aquella gesta libertaria y que en su mayoría nutría las filas del partido Azul de tendencia nacionalista, por tanto liberal y democrática.

De otra parte, Lilís (mote con que se le conocía popularmente) pudo contar con una coyuntura económica favorable, entrando ya en el aspecto material del proyecto nacionalista, pues durante su régimen se consolida el primer polo de desarrollo capitalista en nuestro país, como lo fuera el nacimiento de la industria azucarera moderna en 1879, o sea, tres años antes de su ascensión al poder en 1882. Esta industria que surge en base al capital cubano que emigró por causa de la guerra de independencia que se libraba en la tierra de Martí, permitió a nuestra economía su inserción en el mercado mundial.

El fortalecimiento del ideal nacionalista de la pequeña burguesía en torno al establecimiento, por primera vez, de las relaciones capitalistas de producción que trajo consigo el inicio de la industria azucarera, pareció crear lo fundamentos para la solución de la vieja contradicción que existía en el seno de la sociedad dominicana desde el nacimiento de la República entre su base material y su superestructura política. Nos referimos a aquella que se daba entre una economía hatera y unos ideales burqueses y por ende, liberales y nacionalistas. Hubiera podido pensarse que Heureaux era el gobernante llamado por todas estas razones, en decir, en función de esta coyuntura, a solucionar tal contradicción.

Sin embargo, la estructura económico-política dominicana sólo había experimentado cambios parciales limitados en el mencionado sector azucarero. En todos los demás, es decir en los que conformaban la economía agroexportadora, seguían predominando las relaciones de producción precapitalistas.

Consciente de esa realidad, que imposibilitaba la realización de la revolución burguesa-nacionalista, Heureaux buscó otras alternativas más consecuentes con la coyuntura internacional existente en la época: un desarrollo capitalista bajo la dependencia hegemónica de los Estados Unidos de América. Por tanto una opción que le aseguraba su proyecto continuista, por lo que a él no le ocurriría lo que a Báez, cuyos planes entreguistas habían fracasado por actuar fuera de contexto. Pues ya para esa época, finales del siglo XIX, aquella futura potencia, había práticamente terminado la fase de la expansión interna y territorial, ambas premisas de la externa. La primera la había logrado con la extensión de las relaciones de producción capitalistas del norte hacía el sur, arrasando con las esclavistas que antes imperaban allí; y la segunda con la adquisición del inmenso territorio de Texas, arrebatado a México. O sea, que Norteamérica estaba preparada para entrar en el nuevo orden internacional, denominado neocolonialismo; que rechazaba en primera instancia, la dominación colonial directa, por la indirecta ejercida a través, de dictadores de nuevo cuño, que irían sin embargo, y si era necesario,a crear las condiciones para la ocupación total.

Frente a estas convicciones, Lilís se prepara para ser el elegido por la naciente potencia. Comienza por trazar los pasos técnicos a efectuarse en el marco interno, tanto en el campo político como en el económico, para adecuar el país a la estrategia imperialista. En primer lugar, fue creando los cimientos de la dictadura, a los fines de dar término a la anarquía política imperante, la cual era motivo de desconfianza de sus aliados externos. De aquí que para crear la estabilidad política necesaria a los planes expansionistas norteamericanos -la inversión, reinversión y exportación de capitales, etc., Lilís no vaciló en crear un estado de terror en todo el país. Para comenzar inició la persecución y desaparición de sus enemigos políticos, especialmente los grandes dirigentes regionales, medidas éstas destinadas a poner fin a la proliferación del caudillismo.

Para la creación del Estado dependiente, y a los fines de un mayor control, se alió también a los sectores entreguistas dominicanos, sirviéndoles al mismo tiempo de intermediarios con sus amos extranjeros.

En el orden económico, agudizó y amplió la dependencia en la sociedad dominicana estimulando la deuda externa, con la proliferación de los empréstitos extranjeros los cuales daban paso a la penetración del capital foráneo, acrecentando al mismo tiempo el crédito interno con el festinamiento de las Juntas de Crédito. Con estas medidas Ulises Heureaux surge como el primer dictador moderno de América Latina, especie de instrumento del neocolonialismo ejercido a través de un «Hombre Fuerte. En otras palabras, él establece el aparato político dependiente, a través del cual se crean las condiciones para la entrada por primera vez del capital norteamericano. Incluso, 3 años antes de su muerte, su régimen había tomado las medidas necesarias para que se cumplieran los lineamientos de la política exterior de Norteamerica, de desplazar el capital europeo en América. Este objetivo se cumplió a través de la compañía norteamericana Improvement Company, que absorbió el capital e intereses de la Westerdorp, último vestigio del capital europeo aquí.

[b]El Desplazamiento del Capital Europeo por el Norteamericano.[/b]

El empréstito Westerdorp estaba constituido por dos contratos: uno firmado el 28 de julio en Londres que absorbía el empréstito Hartmont y el Convenio en sí mismo. Al cerrarse la cuenta, se comprobó que Hartmont había emitido bonos por 757,700 libras esterlinas que elevaban las amortizaciones a 1,669,350. Sin embargo, el empréstito original firmado por Báez había sido de 420,000 libras, lo que da una idea del fraude monumental.

Tal como se había establecido, la deuda estaba garantizada principalmente por una hipoteca de nuestras aduanas, por 10 que el contrato Weterdorp estipulaba que se creara una Caja General de Recaudaciones de Aduanas, que sería administrada por delegados nombrados por el acreedor.

Esta famosa Caja, conocida históricamente como la Regie, serviría de modelo a la Receptoría General de Aduanas, factor inmediato de la intervención militar norteamericana en nuestro país en el 1916.

En 1891, el Estado dominicano imposibilitado de responder a los reclamos de sus acreencias europeas, firmó otro Convenio en el que variaba las estipulaciones originales de los contratos anteriores. La Casa Westerdorp, al considerar lesionados sus intereses por este acuerdo, transfirió sus derechos a la tristemente célebre Santo Domingo Improvement Company de Nueva York, en 1902. Esta transferencia iniciaba el desplazamiento del capital europeo por el norteamericano, cumpliéndose así la parte material de la Doctrina Monroe, y con la cual se completaba la primera fase de la dependencia dominicana, la relativa a la dependencia económica.

[b]LA DEPENDENCIA POLÍTICA[/b]

El 28 de enero de 1893 se firmaron varios contratos entre la Improvement Company en el Gobierno dominicano. En el primero se contemplaba la transferencia de las deudas y obligaciones del Estado dominicano con la Westerdorp, hacia aquella compañía, quien emitiría bonos. Ya para 1895 estas emisiones ascendían a US4,250,000.00. Y pensar que la acreencia original tenía un monto de apenas 420,000 libras.

En 1899 cayó acribillado a balazos Ulises Heureaux y de la misma manera que su muerte cerraba un siglo, se abría el período ominoso de la penetración del imperialismo yanqui en nuestro país. ¡Misión cumplida, Tío Sam, bien pudo exclamar Lilís, si el tiro que le cercenó la cabeza, le hubiese dado tiempo para hablar. Su desaparición interrumpió su proyecto continuista, pero no el entreguista que «viento en popa a toda vela se materializaría poco años después. Pues la tragedia individual de su asesinato, de aquel célebre magnicido, no hizo más que acelerar la desventura nacional de la primera intervención extranjera del 1916.

En abril de 1900 se recogió en un solo contrato todos los de la Improvement Company y se estableció, además, como paso previo para un arreglo definitivo, un nuevo ajuste de cuentas y la suspensión de las emisiones de bonos hasta 1903.

Los acreedores protestaron por esta medida dentro y fuera del país. El Presidente Juan I. Jimenes, en una acción heroica, dictó la Resolución Ejecutiva del 10 de enero de 1901 suspendiendo la Caja General de Recaudaciones en sus funciones de Receptoría de las rentas aduaneras de la República Dominicana, aduciendo que la Improvement Company no había tenido el consentimiento de todos los tenedores de bonos dominicanos de conformidad con el contrato sancionado en 1900.

Hasta ese momento, el Gobierno norteamericano se había mantenido al margen de las actividades de la Improvement Company. Pero, ante la Resolución Ejecutiva del 10 de enero de 1901, reaccionó y por medio del Secretario de Estado John Ray intervino en los asuntos internos de nuestro país, al ordenar al Cónsul Maxwell que le advirtiera al Presidente Jimenes que su Gobierno estaba dispuesto a tomar todas las medidas necesarias par proteger los intereses de sus nacionales. El Gobierno de Horacio Vásquez, que sustituyó al de Jimenes, fue obligado a firmar con el Gobierno norteamericano el Protocolo del 31 de enero de 1903, por medio del cual el control aduanero de la República pasó a manos de un agente financiero norteamericano. La presión imperialista no se detuvo ahí y en 1907 se firmó la Convención Dominicano-Americana, en virtud de la cual el Gobierno norteamericano se hizo cargo d todas las recaudaciones aduaneras y obligaciones que tenía el Gobierno dominicano, tanto en el extranjero como en el país.

«A partir de 1903 en que las negociaciones se desarrollaron entre el Gobierno dominicano y el norteamericano, la naturaleza de la operaciones cambiaron esencialmente. Una cuestión entre banqueros privados y el Gobierno dominicano pasó a ser un asunto de Estado a Estado. La dependencia económica frente al capital bancario iba a ser aprovechado por el imperialismo yanqui para desdoblaría en dependencia política. Este hecho definiría las futuras relaciones internacionales entre los dos Estados».

A este respecto señala Claude Julien: «según el corolario Roosevelt para oponerse a toda intervención militar por deudas, los Estados Unidos se atribuirían el derecho de intervenir. La primera víctima fue la República Dominicana. En ese país cubierto de deudas, la corrupción administrativa liquidó toda esperanza de poder reembolsar las deudas de los acreedores. La República dominicana aparentó gozar de plena soberanía pero no era así, aunque tampoco era una colonia ni un protectorado de los Estados Unidos. Teóricamente conservaba su independencia política, pero una independencia sin sentido, ya que Washington ejercía el control sobre sus recursos financieros. Así nació una forma particular, audaz, de eso que se llama ahora el neocolonialismo.

«El sistema es beneficioso ya que no entraña la carga financiera de la colonización directa como la practican Inglaterra y Francia. La soberanía de la República Dominicana es sólo una ficción y la realidad del poder pertenece ahora a los Estados Unidos.

[b]LA CONSUMACIÓN DE LA DEPENDENCIA POLÍTICA: LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA DE 1916[/b]

Tal como lo hemos visto más arriba, el Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe había sido enunciado: «La intervención por deudas». También las condiciones estaban creadas. El proceso de enajenación nacionalista, que se había iniciado con la ascensión de Ulises Heureaux, había concluido: el Estado Dominicano era dependiente. Sólo faltaba el momento propicio para pasar a la acción, el cual se presentó muy pronto, cuando se agudizaron las rivalidades imperialista, ante el anuncio de que Francia, Inglaterra y Holanda, estaban movilizando barcos de guerra hacia el Caribe para proceder al pago de sus acreencias en República Dominicana y Haití. Los Estados Unidos de Norteamérica, ante tal noticia, apresuraron los preparativos intervencionistas, no sólo para boicotear los aprestos europeos, sino para dar un paso certero en la realización de sus objetivos expansionistas en las Antillas.

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