El resultado, en todo sentido, de la recién pasada Convención del Partido Revolucionario Moderno, PRM, constituye el más certero y trascendente paso de ese partido durante su breve existencia. El amplio margen de la victoria del Luis Abinader manda un mensaje sobre el real significado de su candidatura dentro y fuera de esa colectividad, impactando de inmediato no sólo en el partido de gobierno, sino en todo el espectro de la oposición, obligando a una definición y/o redefinición de la estrategia de todos.
El proceso convencional fue exitoso desde todo punto de vista, discurrió en orden y si hubo errores en el aspecto logístico, en esencia eso se debió a la falta de recursos económicos y a nuestra proverbial tendencia hacia la indisciplina. Votó una apreciable cantidad de gente no estimulada por “picapollos” ni monedas envilecedoras, fue un voto de calidad y de dignidad. Signos de una subjetividad de innegable potencialidad desde el punto de vista político y electoral.
El factor Luis Abinader crea una dinámica en el proceso electoral no sólo impactándolo radicalmente, sino también las posibilidades de consolidación del PRM como fuerza con una visión de la política que supere viejos vicios de la cultura perredeísta, como sinceramente lo quieren muchos de quienes la integran. También puede aglutinar a varios sectores que han gravitado o que nunca han gravitado en torno al perredeísmo y que hoy, en la búsqueda de una alternativa con posibilidades reales de derrotar el continuismo peledeísta de la impunidad y corrupción, podrían percibirla en el PRM y más aún, en el perfil de su candidato.
Ya algunos sectores del PLD toman nota de eso y se apresuran a tratar de recomponerse de una crisis que podría afectarlo irremediablemente desde el punto de vista orgánico y electoral, independientemente de cómo y cuándo la superen. Sin embargo, el PRM, su candidato y la oposición toda tienen que darse una estrategia que no dependa de cómo el PLD resuelva sus cuestiones y diseñar un discurso sencillo pero de profundo contenido social, que vaya más allá de simples denuncias.
La candidatura de Luis puede ser atractiva para amplios sectores, pero no se basta por sí misma, ahora él y su grupo tienen que iniciar un proceso de negociación interno sobre las candidaturas a los puestos congresuales y municipales sin los impresentables de siempre, muchos de ellos en ejercicio y otros tantos aspirando, y sin la prisa que le obligaba una lucha por su nominación que no podía tener pausa, iniciar una proceso de negociación con todo el espectro opositor.
Para que las negociaciones tengan buenos resultados es imprescindible que sean entre pares, sin subordinación de los unos ni la manipulación del otro. Previo a ellas, insisto, resulta esencial que los diversos grupos opositores dispuestos a negociar con el PRM, inicien un proceso de acercamiento para unitariamente elaborar las ideas y propósitos concretos, que sirvan de bases constitutivas de un polo con capacidad de incidir en un cambio no sólo de gobernantes, sino del rumbo de esta sociedad.
Eso quisieron expresar quienes votaron el pasado domingo. Un paso del cual hay que tomar notas con responsabilidad política.