Un código bueno para los malos

Un código bueno para los malos

Por simple lógica, en un sistema de justicia las normas procesales del ámbito penal deben estar enfocadas a proteger a las víctimas, sin desmedro, eso sí, de las garantías reservadas a los inculpados. Pero nuestro Código Procesal Penal (CPP) no está del todo orientado en ese sentido, y su aplicación, en la práctica, ha demostrado que protege más al delincuente que a las víctimas de sus agresiones. Esto es tan cierto, que el presidente del Tribunal Constitucional, Milton Ray Guevara, confirma la existencia de esta benignidad injustificable.
Además de poder agenciarse sentencias benignas en juicios de fondo, los delincuentes tienen a su favor la posibilidad de salir libres desde las etapas preliminares del proceso en base a subterfugios e incidentes que posibilita el CPP como parte de las garantías procesales reservadas al acusado. El altísimo índice de reincidencia que se registra en este país le debe mucho a esas facilidades.
Todo esfuerzo por combatir la impunidad y eliminar las distorsiones que privilegian las garantías de los inculpados en perjuicio de las víctimas, tiene que empezar por hacerle al CPP las modificaciones pertinentes para que sea una norma procesal eficaz en la administración de justicia. De poco sirve endurecer el Código Penal si mantenemos el código procesal intacto en su condición de bueno para los malos.

Transparencia en entredicho

La Ley 340-06, sobre Compras y Contrataciones Públicas, es un instrumento que pretende la transparencia en las relaciones del Estado con contratistas, suplidores y ejecutores de obras. Las licitaciones y concursos son el medio idóneo para manejar esta relación entre las instituciones públicas y las empresas privadas.
La presidenta del CODIA, ingeniera Edita Vizcaíno Roger, estrenó ese cargo denunciando que apenas unas diez instituciones públicas cumplen las disposiciones de la Ley 340-06. Y el presidente saliente del mismo colegio, Francisco Antonio Mosquea, aseguró que el Gobierno le debe 1,400 millones de pesos a 200 contratistas. Acciones como esta constituyen la peor forma de destruir con los pies lo que se ha hecho con las manos. Hay que hacer de la transparencia una vocación permanente.

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