Un concurso de piano latinoamericano, hecho en República Dominicana

Un concurso de piano latinoamericano, hecho en República Dominicana

1/CLAVES PARA UNA MELOMANIA ABSOLUTA. INTRO.
Frases como la que encabezan este texto, hay muchas diseminadas por el universo.
Las ideas más atrevidas y extrañas surgen cuando nos referimos al fenómeno de la música.
Pero he elegido esa frase de P. I. Tchaikovski, porque es simple y al mismo tiempo en su elípsis encierra todo un concepto de vida cotidiana y locura, desvarío, que solo la música a veces puede calmar o aliviar.
La música vista desde el espacio del espectador sensible, es un fenómeno digno de estudio y esto se ha hecho realidad en la vida post moderna: la música es un gran recurso para curar el alma, descarriada o no, porque tiene en su interior secretos sonoros que estremecen, que ayudan el vivir cotidiano, con altos visos de trascendencia.
Cuando en 1781 un francés llamado Pierre- Agustin Caron du Beaumarchais, buscó la etimología de la palabra, vinculando a la idea griega de Melos (canto) y Manía que viene manos. No sabía lo que luego vendría.
Mucho se ha dicho sobre el tema, desde que el mundo es mundo, la idea de un fanatismo musical llevado al delirio, es como un extasis inevitable, contagioso, para quienes hemos visto en la música con intensidad sicólogica, la que ha dado a nuestras vidas un sobre plus vital esencial, que nos hace diferentes a todos esos ciegos de oídos, que se pierden un cosmos de sensaciones inimaginables, fabulosas.
Otra anécdota famosa recogida por el portal Guioteca, narra el frenesí de un filósofo británico llamado Ludwig Wittgenstein, quien amó tanto la música de Felix Mendelssonhn, que escribió un apasionado libro titulado «Cultura y Valor». En el mismo, había una noción extraña de arrebato y pulsión laudatoria por el músico, a quien consideraba un genio, por haber escrito a los 17 años Sueños de una Noche de Verano (la famosa Marcha Nupcial popularizada, está en esa obra del compositor alemán).
En cierta manera, el filósofo fue uno de los pioneros en recibir la distinción del nombre melómano, que para información importante: no genera enfermedad alguna, pero sí una dulce ansiedad por el sonido y su descubrimiento perenne, por el sonido y su búsqueda apasionada y urgente.
Más allá de toda razón, la melomanía es inocente, está repleta de gigantes corazones empujados por los mejores sonidos, que te obligan sin cesar en cada segundo de pasión, a querer un mundo y gente mejores. No está vista ni entendida como un trastorno, todo lo contrario, la melomanía es una gran fraternidad de apreciadores obsesionados por el mejor sonido de los siglos y por los siglos.
Si escogí a P. I. Tchaikovski en el epígrafe de este texto, es porque me parece que fue uno de los músicos que mejor supo compaginar sus dolores internos con su melomanía aguerrida de compositor y los desvaríos narrados en su biografía, donde la música como locura necesaria era inevitable, tensional, in extremis.
En otras palabras, vivimos otra dimensión, a la melomanía hemos escogido, y lo hemos hecho porque en el estudio de la música y quienes la han compuesto, hemos encontrado el vínculo humano que nos humaniza mucho más o como diría Pablo Milanés: «Nos hace humanos y mejor»…
Entonces, por todas esas razones, defiendo la necesidad urgente de apoyar un concurso internacional de piano hecho en República Dominicana.
2/ EL CONCURSO IBEROAMEAMERICANO PARA JOVENES PIANISTAS, HECHO EN REPÚBLICA DOMINICANA.
Todo comenzó en el mes de septiembre del 2010. Varios países, entre ellos Estados Unidos de América, Bolivia, Cuba, Puerto Rico, Colombia, Argentina, Guatemala, Costa Rica, Venezuela y de modo excepcional China y la República Dominicana.
Como se verá, en el primer evento la diversidad de los países fue extraordinaria.
Pero en todo esto hay un misterio, que todo buen melómano debe descubrir y poner al desnudo con la misma pasión que escucha a Bach o Mozart, entre otros.
He aquí el misterio: ¿Por qué este concurso se hizo en el año 2010 y no pudo realizarse de nuevo en el 2012, año que le hubiera correspondido en caso de ser una Bienal de Piano para América Latina y los que se cuelen de otros continentes?… La respuesta es triste y simple al mismo tiempo: no habían recursos para darle la continuidad a un evento que no solo ayuda a los jóvenes talentos de nuestros continentes, sino que proyecta la composición pianística nacional que tiene ahora un auge extraordinario y robusto.

Aquel concurso lo ganó una joven procedente de Estados Unidos de América, Jeannette Aufiero .

3/ EL SEGUNDO CONCURSO IBEROAMERICANO DE JÓVENES PIANISTAS 2016 DEDICADO A RAFAEL -BULLUMBA- LANDESTOY.

Este concurso es organanizado por el Estudio Diná de la Música, dirigido por las profesora Farida Diná, quien nos envía la siguiente información : «El segundo concurso Iberiomericano para Jóvenes Pianistas, es el primer y único concurso internacional que se celebra en el país. Es organizado por el Estudio Diná con el objetivo de ofrecer un espacio a los jóvenes pianistas de Latinoamérica, para desplegar sus destrezas».

Como se observará, en esta breve declaración subyace un orgullo neto, que nos corresponde a todos como nación: la República Dominicana tiene un equipo de personas que se dedica a organizar un Concurso de Piano Internacional, loable labor que debería tener un respaldo mucho mayor, solo por dos razones esenciales:

A) Se difunde la música compuesta por este país en esa área. Se comunica al mundo que este es un país cuyo talento va más allá de muchas vagabunderías que llevan «el sagrado» sello nacional.
Es decir, si bien producimos peloteros, reggetoneros etc, también tenemos jóvenes dominicanos con alta vocación para interpretar esta música: el concurso nos agencia una mejor imagen, habla de una diversidad entre el salvajismo y lo sublime, ni más ni menos… ( “Ha blasfemado, ha Blasfemado»)…

B) El Concurso Iberoamericano de Jóvenes Pianistas, ayuda a nuestros propios pianistas.
Los da a conocer en el exterior en otros concursos nacionales e internacionales.

Debe observarse que este segundo concurso se ha celebrado 6 años después del primero.
El secreto de esa disparidad en el tiempo, se debe a la falta de recursos para por lo menos hacer del mismo una gran Bienal Pianística, que salga de los aposentos del Teatro Nacional y se dé a conocer al país con transmisiones TV y publicaciones en la prensa: a eso se debe aspirar.

Demasiado dinero se ha perdido en la «supuesta promoción» de la cultura, mientras los eventos que merecen el respaldo total, languidecen a la buena del tiempo y la indiferencia.

El segundo concurso Iberoamericano de Jóvenes Pianistas, este año recibió a Cuba, Puerto Rico, El Salvador, Costa Rica, Perú, Estados Unidos y República Dominicana. Este texto se escribe con la ilusión de que este concurso, que sí le hace muy bien a la imagen internacional del país, tenga por fin la ayuda necesaria que le permita crecer como lo merece. Que así sea. (CFE)

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