Un enemigo

Un enemigo

El hecho de que han dejado de abundar las quejas de ciudadanos por acumulación de desperdicios en las vías públicas da a entender que hemos resuelto nuestros problemas de disposición final de la basura.

En la mayoría de los municipios del país, los ayuntamientos parecen tener buen control sobre este servicio vital para la salud.

No hay problema de basura, indican las apariencias.

Sin embargo, es aconsejable que empecemos a preguntarnos qué hacer con el creciente volumen de desperdicios no biodegradables que van a parar al subsuelo, los caudales de los ríos, las playas, el alcantarillado pluvial y sus sistemas de filtrantes.

En la vida moderna cada día se añaden objetos de polímeros y otras variantes de plásticos de apariencia inocua, que una vez utilizados van a parar a todas partes.

Estas materias no huelen, no hieden, tampoco se oxidan, no reaccionan ante líquidos como el agua y, en fin, aparentan totalmente inofensivos. Su única condición riesgosa, según las apariencias, es que generalmente son combustibles y al arder despiden vapores tóxicos.

En el país no hay normas de ninguna especie para tratar los desperdicios no biodegradables, a pesar de que ciertamente constituyen un peligro, no solo como materiales sólidos que obstruyen, sino como portadores de sustancias químicas.

II

En otros países, quienes se ocupan de analizar el comportamiento en el ambiente de algunos materiales no degradables han hecho descubrimientos interesantes.

Por ejemplo, ciertos plásticos que van a parar al subsuelo despiden componentes químicos que son utilizados en los procesos de elaboración. Estos compuestos van a parar a las aguas subterráneas y de alguna manera las contaminan.

En las grandes ciudades, los inofensivos empaques plásticos, como fundas por ejemplo, constituyen un verdadero dolor de cabeza. Se escurren por los conductos de aguas residuales y forman verdaderos tabiques que luego es muy difícil remover.

En nuestras principales ciudades ya se han comprobado los efectos de la acumulación de plásticos en los conductos pluviales y sanitarios. Cada día, más y más compuestos plásticos van a parar a nuestras cloacas, con resultados verdaderamente perturbadores.

Se nos ocurre que ya deberíamos empezar a trazar normas para el manejo y eventual reciclaje de materias no biodegradables.

Inicialmente, esta tarea podría corresponder a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que podría recopilar conocimientos y experiencias de países avanzados para adaptarlas a nuestro medio.

La basura orgánica parece haber salido de nuestra agenda de preocupaciones y su lugar lo va ocupando lentamente el plástico, material que después de sernos útil en la vida moderna, como desecho se convierte en un peligroso enemigo.

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