Un homenaje a don Ángel

Un homenaje a don Ángel

Los desvelos de don Ángel Miolán por impulsar el turismo dominicano, cuando pocos depositaban fe en lo que el entonces director de Turismo llamaba “la industria sin chimeneas”, merece un gran reconocimiento, imperecedero homenaje.
Y nada más valioso que perpetuar su nombre en la memoria nacional.
Si hoy la tierra dominicana sirve de manera hospitalaria a unos seis millones de visitantes extranjeros, que disfrutan de su calor humano y de sus envidiables recursos naturales, se lo debemos en gran medida a ese gran ser y eficiente funcionario público.
Creo que sería ingratitud refugiarnos en el olvido, tan frecuente en esta época, para no reconocerlo.
Cuando apenas éramos espacio insular para el esparcimiento de nuestros hermanos puertorriqueños, don Ángel soñaba con una industria más próspera, útil y productiva como la que aquilatamos hoy.
Su Dirección de Turismo, operando desde un exiguo local de la César Nicolás Penson, nunca manejó holgados presupuestos, ni inversiones abiertas para promoción exterior.
Ya los turistas no están “en la mente de Miolán”… es un hecho comprobado que el turismo representa una de las fuentes primarias de la economía dominicana.
A este gran hombre, que dedicó grandes esfuerzos al fomento del turismo, debe otorgársele una distinción póstuma.
Su exaltación no debe regatearse por celos políticos, ni descansar en ninguna razón espuria.
¡Manos a la obra, señores que formulan políticas públicas!

¡Honrar, honra! Y este es un momento adecuado para reiterarle al país, que somos gente generosa, agradecida y de corazones gigantes.

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