Un panel sobre crímenes de Trujillo

Un panel sobre crímenes de Trujillo

Desde los inicios de la década de 1930 se construyó en muy poco tiempo un aparato infernal de dominio y opresión terrible sobre la población dominicana, demostrando cómo el aparato gubernamental trujillista adquirió con prontitud una eficacia sencillamente inédita en el curso de la historia nacional que no tenía nada que ver con el “Conchoprimismo”, “esta apología implícita del trujillismo para denostar la época anterior de atraso en que se desenvolvía el Estado hasta la ocupación de los Estados Unidos”.

Roberto Cassá, quien hizo la consideración, agregó que detrás de esa herencia, el dictador logró construir un aparato estatal tremendamente opresivo y eficiente que se inmiscuyó en los aspectos más variados de la vida social, y sobre una base del control de los espacios micros “se logró ese reciclaje de la dictadura que permitió su duración indefinida y la necesidad, como lo previeron algunos antitrujillistas lúcidos, de que la única forma de su caída resultase de la eliminación física del propio tirano”.

Los conceptos del  laureado historiador fueron emitidos en un panel en el que no hubo un solo reconocimiento al sátrapa y su largo gobierno. Estuvieron ausentes los calificativos rimbombantes y solo se mencionó el título de “Jefe” para ridiculizarlo. Lo hizo Eliades Acosta Matos cuando dijo que Trujillo proclamó en una ocasión que su maquinaria no se detendría “porque nosotros hemos trabajado con sentido de eternidad”.

“Entre todos tenemos que demostrarle al ‘Jefe’ que no tenía ninguna razón”, significó Acosta aclarando que utilizaba el término entre comillas.

Eliades Acosta es el cronista que ha hecho mejor uso del “Fondo Presidencia”  en el Archivo General de la Nación, del cual ha publicado cinco libros que se analizaban esa noche en que se ponderó ese  acervo que, a juicio del escritor cubano, es la mejor respuesta a opiniones de Ramfis Domínguez Trujillo quien el pasado 24 de octubre, en homenaje póstumo a su abuelo, dijo: “Hay que estudiar la historia, hablar con hechos fehacientes y colocar las cosas en su justa medida para que el pueblo pueda apreciar las grandes hazañas durante ese periodo –el trujillato- que fue el más fructífero de la República Dominicana…”.

“Como el señor Domínguez nos remitía a la idea de la verdadera historia, creo que será complacido por parte del AGN al hacer un compendio de seis tomos con la verdadera historia que él nos remite a leer. ¡La verdadera historia está aquí! En estos libros no hay ni un solo documento de los opositores, ni de los exiliados, ni de Bosch, Jimenes Grullón, Dato Pagán ni militantes que hicieron manifiestos; no hay nada de Galíndez ni de Almoina: ¡Aquí está, solamente, la documentación del Gobierno, por tanto, estaría ahí una buena parte de la verdad que se pide!”, replicó Acosta, el último expositor del panel que  integraron, además, Raymundo González de Peña y Alejandro Paulino Ramos, quienes analizaron el papel de los intelectuales y la utilización del Estado en beneficio personal.

El lugar se rebozó con representantes de fundaciones patrióticas, investigadores, políticos, escritores y otro público en el que la presencia trujillista fue mínima. Con circulares, memorándums, informes, recogidos en las obras, los disertantes desmontaron reconocimientos reiterados a supuestas acciones positivas de aquel régimen, recordadas por el nieto  en su más reciente embestida de tributos a su antepasado, entre ellas que no moría nadie de enfermedades curables y hoy la gente muere de dengue y que Trujillo creó el desayuno escolar  y el de  hoy envenena a los niños.

El autor declaró cuánto costaba entonces la medicina, qué se pagaba a una lavandera, qué comían los presos, de qué morían los rasos y clases inferiores del Ejército y enumeró las que definió como “enfermedades de la miseria” que extinguían  vidas: tuberculosis, parálisis, neumonías, venéreas. Esos rasos, dijo, eran el mismo pueblo llevado a reprimir, que no podían pedir licencia porque ello conllevaba pasar hambre. “Aquí hay cartas desgarradoras,  mujeres reclamando pensiones para sus hijos de un peso”, exclamó y aclaró que no se justifique con cuanto representaba entonces esa suma porque habría que compararla con el precio de productos y servicios.

“¿Que no había corrupción cuando Trujillo?”, preguntó Acosta. “Aquí están las pruebas documentales de por qué razón hubo una élite que se enriqueció alrededor de las obras que Trujillo siempre asignaba como un donativo personal”. Se refirió al interrogatorio a Anselmo Paulino cuando  cayó en desgracia y comentó asombrado: “Uno no tiene noción de cómo un hombre tan cercano a Trujillo pudo montar un aparato de corrupción, de cobrar por contrato en el Estado, lo que entraba a su cuenta, a la de su hermano Cristóbal Paulino, capitán del Ejército…”.

Habló de los arrestos ciudadanos, sometimientos a jornaleros, mortalidad infantil, niños que nacieron sin reconocimiento filial, “y mientras todo esto ocurría, no solo el clan vivía la dolce vita; mientras el pueblo tenía que rogarle al Partido Dominicano una cama en un hospital, se derrochaban miles de pesos en ostentación”, enfatizó e hizo recuento de  encargos  para manufacturas caprichosas y ridículas de Trujillo y su familia en establecimientos comerciales extranjeros.

Cuarenta mil cajas. Roberto Cassá, quien trató los mecanismos de control, adoctrinamiento a campesinos y pobres, intromisión en la vida íntima de las familias, ejercicio del terror, complicidad del clero y la intelectualidad trujillista con el régimen, reveló que en el AGN el periodo de Trujillo es el que tiene los materiales más interesantes y que develan en mejores condiciones lo que ocurría en el país en ese momento.

“No podemos escribir de la época colonial sin acudir a los archivos de Indias, ni de inicios de las primeras décadas del siglo XIX sin ver la correspondencia de los agentes de diversas potencias. Hay un vacío de producción documental, pero del periodo de Trujillo se puede decir prácticamente todo a base de la documentación que solamente se guarda en el AGN y que tiene alrededor de 40 mil cajas. Es un fondo gigantesco”.

Eliades Acosta expresó que aunque en determinado momento una parte de estos documentos fueron expurgados, “en el sentido documental no hay un crimen perfecto: siempre hay un rinconcito donde puede aparecer un pedacito de papel aparentemente inocente que nos abre un camino de investigación y nos permite entender sucesos”.

Paulino Ramos dio cuenta de la manera en que se enriqueció Trujillo y cómo invirtió los recursos y controlaba sus empresas. “Resulta alarmante la forma en que los Trujillo se apropiaban de las propiedades ajenas, encubriendo sus acciones con el nombre de testaferros”, comentó.  Raymundo González consideró que “las trayectorias intelectuales bajo la dictadura de Trujillo es un trabajo que ya se ha iniciado pero que todavía requiere de mejores esfuerzos”.

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