Un postparto sin bebé

Un postparto sin bebé

Una de las noticias más emocionantes que puede recibir una persona es enterarse que se convertirá en padre. Viene en camino una nueva vida, y con ella, un proceso cargado de ternura y amor.
Desde el primer instante, los padres comienzan los preparativos para recibir a su pequeño. Van pensando en la compra de pañales, mamelucos, biberones, toallas, coche, cuna… La idea es que todo esté impecable para la tan esperada llegada.
Para muchos, son nueve meses donde se mezclan sentimientos de alegría y ansiedad por los cambios que traerá el nacimiento del nuevo miembro de la familia. Sin embargo, una vez llegado el día de ver frente a frente esa personita tan frágil e indefensa, todo se torna de color.
La realidad es que muchos padres no pueden vivir este grandioso momento, puesto que tienen que enfrentar la lamentable muerte de su bebé.
Un postparto sin bebé es una de las cosas más dolorosas a las que una mujer puede enfrentarse. Brazos vacíos y pechos llenos, así se encuentran tantas féminas tras perder a su criatura.
La muerte de un recién nacido suele subdividirse en dos: perinatal, entre las 28 semanas de embarazo y la primera de vida; y neonatal, hasta antes de cumplir los 28 días.
Con esta pérdida los sueños de los padres se desvanecen, es un dolor que se tiende a vivir muy en silencio por no ser reconocido socialmente. Representa una tragedia para toda la familia y los padres tienden a sentir mucha desesperación, incredulidad, “shock”, angustia, tristeza, vacío, desesperanza, soledad… refieren sentir tanto que no sienten nada.
Así afirma la psicóloga clínica especialista en terapia perinatal y postparto, Bianca Melo, quien añade que los sentimientos pueden variar mucho de unos padres a otros y, a su vez, los mismos padres sentir una carga emocional muy variada en diferentes momentos del proceso de duelo.
Señala que el embarazo es una etapa donde se tejen muchos anhelos, expectativas, proyección; lleno de mucha preparación, dudas, espera. Es un momento de la vida donde no se espera nunca verse de frente con la muerte de un hijo.
Indica que aunque los padres no hayan convivido con su pequeño, la pérdida de un hijo siempre será una experiencia muy intensa y dolorosa independientemente de la edad.
“Lo que refieren particularmente los padres que han sufrido este tipo de pérdida, va orientada sobre todo a la falta de tiempo… hubiesen querido conocer a su bebé, poderle cuidar, que se guardara en su memoria su olor y mirada, tener la oportunidad de ser sus padres”, detalla la experta del centro Terapia Boutique.
La doctora confiesa que en caso de que sea el primer hijo, el duelo no se torna peor, pero el tener otras criaturas sirve como factor de protección para ayudar a la familia a asumirlo y adaptarse.
“La situación en la madre empeora, sobre todo cuando sus senos se llenan de leche y se le hace difícil asumir las tareas del día a día. La muerte de un recién nacido es una de las pérdidas más devastadoras que una familia podría experimentar”, dice.
Impacto al núcleo familiar. Melo afirma que perder a un bebé, afecta sobre manera la vida de los padres, mayormente porque es un tipo de duelo que no tiende a reconocerse por la sociedad.
“Con frecuencia es silenciado y esto es lo que más hiere, que todo siga “normal” y ellos quebrados internamente, que nadie sepa que decirles y quienes intentan decirles algo terminan hiriéndoles más con frases como “ahora tienes un angelito”, tienden a generar heridas muy profundas lo que lo convierte en un duelo más complicado”, asegura.
Si la pareja ya tiene hijos, no se recomienda alejarlos de la realidad con la justificación de que son demasiado jóvenes para asumir lo sucedido.
“A los hermanos hay que hacerlos parte de la situación, explicarles de una forma adaptada a su edad y con cariño. Con el tiempo, ellos irán haciendo preguntas, las cuales los padres deben ir contestando sin tratar de esconder sus sentimientos”, dice la especialista.

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