Un viaje por el mundo con Steve McCurry, la esencia de una imagen inolvidable

Un viaje por el mundo con Steve McCurry, la esencia de una imagen inolvidable

Bruselas. Dice el fotoperiodista Steve McCurry que la clave para que una imagen sea inolvidable es «la paciencia», una premisa que confirman algunas de las 200 instantáneas que han aterrizado hoy en el palacio de la Bolsa de Bruselas, en la mayor retrospectiva dedicada al estadounidense.

Otras son simplemente fruto de encuentros fortuitos, porque «la espontaneidad» y «un estado de apertura constante» permiten captar instantes que hacen historia, como la conocida imagen de Sharbat Gula, la refugiada afgana de ojos verdes que McCurry llevó a la portada de la revista National Geographic en 1985.

Son algunas de las reflexiones que se descubren en «The World of Steve McCurry», toda una clase maestra de fotoperiodismo y un viaje por más de treinta países que su autor ha recorrido en más de 35 años de carrera, y que podrá verse en la capital europea hasta el 25 de junio.

Aunque tomadas en distintos momentos y lugares muy dispares del planeta, todas ellas están unidas por la mirada humana, que, aunque sea por alusión, es siempre protagonista en las instantáneas de este fotógrafo de Filadelfia, también colaborador de «Time», «Life» o «Newsweek», y miembro de la prestigiosa agencia Magnum.

Unas fotografías también marcadas por la precisión y el cuidado de la luz, que consigue gracias a la perseverancia y la paciencia: tres días le llevó captar el instante de los pescadores «zancudos» de Sri Lanka, y diez veces se acercó a la pagoda de Kyaiktiyo, en Myanmar, para captar un instante único en el lugar de peregrinación budista.

En cambio, la foto de Sharbat Gula, que él mismo califica como «la más importante» de su carrera, le llevó «tan solo dos minutos», en los que logró captar una mirada triste «que contaba la historia de millones de refugiados», explica McCurry en el recorrido de la muestra, que expone otra imagen de la chica tomada 17 años después.

La exposición descubre algunas de las pasiones y obsesiones del fotógrafo, como su fijación por los elefantes o por los rasgos faciales de los humanos, «tan distintos y parecidos en su esencia».

Una reflexión que extiende a su percepción de la infancia: «Estoy fascinado por los niños y lo que les distingue. En su esencia, son todos iguales», afirma.

Los niños protagonizan las imágenes más crudas de la muestra, como una tomada en Perú en 2004, en la que un pequeño empuña una pistola sobre su cara, anegada en lágrimas; o una de Beirut, en 1982, donde un grupo de niños juega con una pieza de artillería en un campo plagado de municiones.

 

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