La lucha contra la pobreza y la promoción de los sectores de clase media son dos tareas prioritarias en cualquier país que aspire a lograr el desarrollo. Una agenda progresista tiene que asumir como prioridades esas dos tareas.
No puede perderse de vista que los datos oficiales dan cuenta de que más de 2 millones 911 mil dominicanos son pobres (28.9% de la población), y que de esos,601 mil son indigentes (6.0% de la población). Una de las mayores urgencias de estos dominicanos es resolver día a día sus necesidades básicas, de manera fundamental la comida.
La lucha contra la pobreza tiene que ser y seguir siendo una de las grandes prioridades nacionales. Los esfuerzos que hay que hacer para enfrentar esta situación no solo deben implicar las tradicionales políticas sociales, incluyendo los programas de transferencias condicionadas, sino también crear las condiciones que permitan generar empleos de calidad que garanticen salarios decentes. Es esa la mejor política social. No se puede perder de vista que cerca del 60% de los dominicanos dicen que el salario que percibe y el total de ingreso familiar no le alcanza para cubrir sus necesidades. En estas condiciones no hay manera de salir de la pobreza.
El segundo aspecto tiene que ver con la promoción de los sectores de clase media, que en nuestro país superan los 3 millones 200 mil personas, según la metodología de medida del Banco Mundial. Se trata de sectores con grandes preocupaciones por educación de calidad, por más cultura, por reconocimiento de la dignidad humana, por garantía de derechos personales y sociales, por atención sanitaria de calidad, por transporte básico más humano y por un medio ambiente no degradado y protegido. También aspiran a un buen gobierno y a la construcción de una democracia cada vez más participativa que permita a los ciudadanos ser parte activa de la conducción de la agenda pública a través de su presencia en espacios de decisión cada vez más amplios.
Cada vez más, la credibilidad de la política y de los políticos en República Dominicana se juzgará en función de la capacidad de articular adecuadamente en una única agenda las respuestas a los temas que preocupan a los pobres y a los segmentos de clase media del país. Una parte esencial de esta agenda tendrá que sustentarse en la necesidad de desarrollar la solidaridad como principio articulador de las políticas orientadas tanto a enfrentar la pobreza como la desigualdad social.
Se trata de superar la mentalidad individualista y apostar al bienestar colectivo tanto de la presente como de las futuras generaciones. Alguien decía que una de las dificultades que afligen al mundo actual es que hay muchas personas dispuestas a meter la cuchara, pero pocas inclinadas a ayudar a hacer la sopa. Lo que se necesita es gente que ayuden a hacer la sopa. Así, construiremos una mejor República Dominicana. La solidaridad como valor humano convoca a la participación de todos y todas a la construcción de un país mejor.