Una exposición destaca la revelación de talentos

Una exposición destaca la revelación de talentos

Llegar a la Oficina Regional del Banco Central en Santiago, detenerse en su jardín, hermoso y esmeradamente cuidado, luego ya en el interior disfrutar cuadros dominicanos, a menudo emblemáticos del Cibao, resulta muy placentero. Los bancos son hoy templos del arte: recordamos, una vez más, esta observación de un magistral artista latinoamericano, en una ocasión especial…
La antena cibaeña de la máxima entidad financiera del país celebra su trigésimo octavo aniversario y, culturalmente, lo hace con una exposición. Cabe señalar que aquí las actividades culturales son exitosas, con participación espontánea del personal y la receptividad esencial del director, Yamil Espinal.
Esta muestra, que reúne las obras premiadas en los tres últimos concursos de arte “Bancentral”, refleja el interés institucional, y las cualidades de esta (re)presentación no dejan de sorprendernos.
La exposición. En el vestíbulo del edificio, alternan, dispuestos sobre paneles blancos ligeros, pinturas, dibujos y fotografías. Han preferido que dialoguen así las tres categorías visuales y sus premios respectivos, otorgados en 2015, 2016 y 2017, a un montaje rígido y cronológico.
Colores, formas y dimensiones norman el montaje, simple y abierto a la apreciación de cada pieza. La colocación, próxima a la entrada, permite visitar una exposición “excepcional” durante un mes.
Si empleamos el calificativo de excepcional, es por su misma naturaleza: son veintisiete obras, premiadas –todas– y realizadas –todas– por miembros del personal del Banco Central, en ejercicio activo o ya pensionados. Por cierto, no son pocos los que, luego del retiro, emprenden una segunda profesión, artística ésta, cuyo punto de partida fue el concurso y una premiación…
Un nivel ascendente. Entre las obras expuestas, la pintura cautiva más la atención y muestra una creciente diversidad temática. Estos pintores aficionados –de los cuales no pocos reciben clases intensivas– demuestran una técnica hábil y meticulosa aun, con gran limpieza de ejecución.
Notamos una modernidad cada vez más personal, que varia la figuración. El bodegón convencional casi desapareció… felizmente, sustituido por modelos insólitos como un excelente saco de papas, una máquina de coser o un bombón de chocolate magnificado. El paisaje multiplica estilos, enfoques y colores atractivos. El retrato se vuelve dramático y privilegia la ancianidad.
Ahora bien, un próspero gallinero y un soberbio gallo impactan –ambos– por su dominio plástico. En el aspecto técnico, saludamos tanto la soltura como la terminación, que culmina en limpieza de ejecución.
El dibujo, que ha progresado mucho en este concurso, se destaca por la seguridad de la línea y los contornos, la sobriedad de la expresión o la definición atrevida de un perfil en claroscuro. Afirmamos que la frecuencia del blanco y negro, la sobriedad de los medios, la modestia del soporte lo condicionan en su pureza. Asimismo, comprobamos dinamismo espacial interior, con acordes entre figuración y abstracción.
La cantidad de fotografías es cada vez mayor. Los nueve premios expuestos nos enseñan imágenes insólitas, poéticas, curiosas aun. El encuadre y la composición determinan visiones personales, así en las dos fotos de niños. La naturaleza frondosa y sus encantos acuáticos traducen la preocupación ecológica del paisajismo. Tampoco faltan, en algunas tomas, efectos ópticos y cinéticos. Una buena elección.

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