Una marca ciudad o una visión diferente de Santo Domingo

Una marca ciudad o una visión diferente de Santo Domingo

El city marketing pretende vender la ciudad como un producto cualquier, ofertando servicios y bienes para quienes los puedan comprar. No es una visión humanista, no, sino comercial de la ciudad.

 Una de las estrategias para eso es fabricar una imagen de la ciudad para que otros usuarios sepan lo que pueden encontrar en ella. La meta es atraer inversiones sean turísticas o empresariales, pero para esto la imagen no es suficiente, se debe ofertar  una realidad tangible para que no sea una estafa. La planificación estratégica ha transformado la ciudad en una mercancía más y a pesar de que no nos seduce esa visión de la ciudad, bien podría asumirse si los designios y las funciones de la ciudad que se tienen, están acordes con el interés común, porque se presupone que  todas las acciones deben concurrir para alcanzar ese objetivo.

 El capitaleño ha visto canquiñas, isletas, palmeras y parque temático; ha visto las funciones recaudadoras eficientizarse también, ha vivido la caza contra el sector informal para ver negocios formales en su lugar. ¿ Se han creado oportunidades para la población? Isletas asequibles para todos? pasos peatonales para la seguridad ciudadana? Iluminación? Aseo? Equipamientos urbanos para el descanso y el disfrute? No. La visión de la ciudad es también la co-habitación peligrosa entre una universidad privada en el  Malecón, con helipuerto en su frente e industrias a sus lados, es  una micro visión que sobre la ciudad y la sociedad tienen nuestras autoridades; estudiar frente a una autopista urbana, ruidosa, peligrosa, contaminada visual, auditiva y atmosféricamente.  

Esa es la visión que tienen sus autoridades sobre nuestra ciudad y de  un síndico que no es su usuario. Integradora? No, segregada? Sí, caótica? Sí, cultural, nunca?  Si los espacios públicos fueran aprovechados para declamar, para conciertos de todas las músicas, si las paredes fueran pintadas por sus estudiantes con murales, si la zona colonial fuera escenario de reconstitución histórica, de obras de teatro, de foros literarios o maratones concientizadores sobre temas de importancia, si la ciudad tuviera policías invisibles y si todos sus habitantes fueran sus actores, otra cosa fuera nuestra ciudad y otra fuera la imagen de nuestra ciudad.

Que simple fuera, si tuviéramos más suerte. 

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