Una radiografía crítica a Premios Soberano

Una radiografía crítica a Premios Soberano

Ahora que han pasado casi todos los resabios y críticas sobre la producción que el perspicaz René Brea preparó para Acroarte y la Cervecería, me permito hacer una reflexión sobre el montaje de los Premios Soberano. Despojado de intereses de ningún tipo, más que la crítica bien intencionada, y atendiendo a que “mis dientes los eché en Acroarte” y una parte de mi vida institucional la pasé como directivo del mismo: 4 años como vocal, 2 años como secretario general y 4 como presidente, me dan el aval suficiente para hablar sobre el tema.

Comenzando con que la producción de este año se mantuvo dentro de los niveles de los cuatro pasados que ha producido Brea, considero que él y su equipo deben sentirse muy satisfechos. En sentido general fue buena. Pero, en el silencio de hoy, después de la cháchara, quiero apuntalar algunos conceptos.

Vamos a desguazar la producción en cuatro ejes transversales: los musicales, los presentadores, los anunciadores de premios y el marco escenográfico.

Dice una máxima de la aritmética elemental que el orden de factores no altera el producto, pero en una producción escénica como el premio, el orden de los musicales sí altera la producción.

Todos los musicales estuvieron bien montados, pero en realidad estaban mal ubicados en la estructura del show, y el espectador percibía que el premio no tenía ritmo. Desde que comenzó el espectáculo con un monólogo, la mente de los espectadores ya estaba acordonada, pero en realidad fue un buen espectáculo.

La estructura de un espectáculo se divide en “opening”, desarrollo, nudo y el clímax. El “opening” y el climax deben de tener la mayor intensidad de interpretación artística, coreográfico, luces, etc.

Decidir comenzar el mayor espectáculo que se realiza en el país con un monólogo no es buena idea. A mi juicio, debió iniciar de una vez con el musical de Miriam Cruz.

El “opening” siempre debe de ser impactante, emocionante, que ponga en atención al público. Es como el “lead” o el primer párrafo de una noticia.

Lo mismo acontece con el clímax, donde se desbordan todos los recursos artísticos y tecnológicos, dejándole en esta ocasión ese honor a Don Miguelo, uno de los artistas más decentes del genero urbano, pero yo hubiese preferido el cierre del show con el musical del “Mayimbe” Fernando Villalona, con más reforzamiento coreográfico.

Los otros segmentos musicales fueron el de Frank Reyes, que quiso reeditar, en parte, el segmento del año pasado con Raulín y Nathalie Peña-Comas, pero en vez de la soprano, las bailarinas vestidas y bailando en puntas, como el ballet clásico. Otros segmentos que me parecieron muy acertados fueron el junte de Olga Lara y Vickiana, el homenaje a los fallecidos a cargo de José Antonio Rodríguez y “Capea el Soberano”, a mi juicio, uno de los mejores.

Cuquín y Mariasela. En un espectáculo de esa naturaleza, el guión es el alma, los musicales son los músculos y los huesos son la parte técnica. Uno de los elementos más importantes en cualquier producción es el guionista o los guionistas. Nada de lo que dijo Mariasela Álvarez o Cuquín Victoria, o cualquiera de los anunciadores de premios, fue improvisado.

Todo cuanto dijeron los talentos en la premiación, lo escribe el guionista y el parlamento se lee en el telepronter, que es una pantalla donde se ven los textos.

Mariasela y Cuquín actuaron bien, estuvieron a la altura de la ocasión, dieron el todo por el todo, pero el guión los mató a los dos con una rutina insípida y falta de creatividad. Por ejemplo: el monólogo inicial de Álvarez y la rutina cuando Cuquín presentó a Frank Reyes.

Por el contrario, bien acertada la rutina para presentar a Don Miguelo.

Se abusó de un recurso manoseado y viejo que no aportaba nada, y que consistió en los juegos de palabras de algunas categorías para que el “anunciador de premios” formara frases coherentes en base a los nominados, como ocurrió con un invitado extranjero que anunció la mejor película. Poner a una persona extrajera a hacer esa rutina no siempre es bueno.

Fue una buena idea, y sus guiones estuvieron adecuados en la presentación que hizo Sergio George para anunciar el musical de los salseros. También Luis José Germán y Kenny Grullón.

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