Una semana a dieta de juicios

Una semana a dieta de juicios

La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Un tiempo cargado de fuerza, propósito y amor. ¿Te gustaría que esta semana te brindara todo su poder? En mi caso particular, ¡la respuesta es si!, y a fin de entrar en sintonía con mi deseo, me he propuesto hacer durante esta época una dieta de juicios.

En Mateo 7:1 Jesús dice: “No juzguen a los demássi no quierenserjuzgados. Porque con el mismojuicioquejuzguenhabrán de serjuzgados, y con la mismamedidaquemidieran, seránmedidosustedes”.Un curso de milagros dice que todo pensamiento que tenemos se refiere a nosotros mismos.

Condenar a otra persona es siempre autocondenarnos. Juzgar cualquier cosa nos impide aprender todo lo que necesitamos saber sobre eso. Juzgar a los demás es una forma de criticarnos a nosotros mismos. Lo que vemos en los demás desde el juicio, es justamente la lección que necesitamos para sanar nuestras heridas.

En Lucas 6:41 Jesús dice: “¿Porquétefijas en la pajaqueestá en el ojo de tuhermano y no adviertes la vigaqueestá en el tuyo?”Podemos liberarnos de juzgar si somos capaces de hacer una nueva interpretación de lo que juzgamos. El pasado es histórico, y se aprende de memoria. Tendemos a no re-interpretar lo ocurrido, sino que lo repetimos sin cesar una y otra vez. Como dice el refrán: “La historia que no se mira, se repite”.

No podemos hacer nada que cambie nuestra naturaleza esencial. Sólo el amor es real. Nada más existe. La actitud de Dios hacia el error es compasiva. Dios es un padre amoroso, pero como somos coléricos y punitivos, hemos creado a un Dios igual a nosotros. Esta semana es un buen tiempo para recordar que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y no al revés.

En cuanto extensiones Suyas, también nosotros somos el espíritu de la compasión, y en nuestro sano juicio no intentamos juzgar, sino sanar y la mejor manera de hacerlo es asentir a lo que es, ¡tal y como es!Cuando alguien se comporta sin amor (nos grita, miente, roba o traiciona) es porque ha perdido el contacto con su propia esencia. Ha olvidado quién es.

“La venganza es mía” dice el Señor. Estas palabras no siempre son bien interpretadas. Un dia, escuché a un pastor que explicaba el mensaje, y decía que en realidad, esta frase quiere mostrar que Él compensa todo agravio, y lo hace por medio del amor, ¡no mediante el ataque, el juicio o el castigo!Un curso de milagros dice que todo lo que alguien hace es amar, o es una petición de amor.

Al juzgar, creamos un bloqueo energético que detiene todo movimiento más allá del punto del juicio. La energía se queda atorada hasta que hacemos algo para moverla. El aspecto más difícil del juicio es comprender que el Dios nunca nos juzga. Eso quiere decir que no hay bueno o malo, correcto o incorrecto, mejor o peor.

Todos somos iguales ante los ojos de la vida. Ella no nos juzga de ninguna manera, ni juzga nada que hagamos o pidamos. Todo lo que nos ocurre es para crecer y sanar. Para la vida toda la creación es perfecta. ¿No es un alivio saber que ella siempre nos ve perfectos.

El escritorbrazileño Paulo Coelho dijo: “Nuncapodemosjuzgar la vida de los demás, porquecadaunosabe de supropio dolor y de supropiarenuncia. Unacosa es suponerqueunoestá en el caminocierto; otra es suponerqueesecamino es el único”.Todo lo que hacemos es lo correcto y lo mejor para nosotros en cada momento.

¿Quieres saber cuál es el camino “correcto” para ti? La respuesta es: en el que te encuentras ahora mismo. Siempre estamos en el camino “correcto”. Cuando nos enganchamos enjuiciando cualquier cosa, agregamos una dolorosa carga a nuestro aprendizaje.

La invitación que te hago es a utilizar la linda energía espiritual, que nos brinda esta semana, para dejar de juzgar a las personas y verlas como perfectas en todo sentido, que es como el Dios las ve.Las personas que llegan a nuestras vidas son una bendición especial, y siempre están haciendo lo mejor que pueden en cada momento, así como lo hacemos nosotros.

Sitúate a ti mismo y al otro en el centro de tu corazón. Envía un buen pensamiento, sentimiento o vibración y observa qué pasa. Si al final del día estás mejor, entonces repítelo el siguiente día. Imagina cómo sería el mundo si más personas eligieran mirar desde el amor, en vez de hacerlo desde el juicio. ¡Renuncia a llevar la vida ajena! Conviértete en un observador atento de la vida, mientras te mantienes enfocado en tu camino.

 

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