Unas goteras de otra naturaleza

Unas goteras de otra naturaleza

Injusto sería negarle valor al esfuerzo constructor del Gobierno en el área hospitalaria solo porque la lluvia dañe cielorrasos. Merece respaldo aunque seguir un orden de prioridades siempre procede en el Estado. Hechos son hechos y por donde más se ha fallando al brindar servicios de salud es en gestión y gerencia con una administración pública vulnerable a intereses partidarios y arribismos. Una mala impermeabilización de techos pierde trascendencia si se le compara con la falta de voluntad y de metodología que sensiblemente restan calidad a la asistencia. Las parturientas y bebés que con frecuencia mueren han estado a lo mejor a salvo de aguaceros y entre muros bien empañetados pero muy expuestos a impericias de personal y a la negligencia que deja a los hospitales desabastecidos de lo imprescindible y sin plantas de emergencia en operación.
Un techo puede ser magnífico en cualquier centro bien construido con los dineros del pueblo pero eso no basta si el presupuesto disponible allí es chupado por el clientelismo politiquero al ser abultada su nómina para dar empleos a compañeritos de la base que de medicina no saben ni la m. No valdría de mucho que se tratara de una excelente edificación si los vicios de la tradición político-gubernamental restan eficiencia haciendo que luego muera alguien por falta de alcohol para desinfectar. La tolerancia a esa distorsión ya hizo saltar a un alto funcionario.

Buen motivo para aclarar todo

Como reto, la propuesta de investigar los pagos por asesoría hechos por el Gobierno a empresas de Joao Santana y esposa, condenados en Brasil bajo cargos de tramitar sobornos, ha sido vista como oportunidad para que el poder reafirme la transparencia que se atribuye y que algunos reciben con escepticismo. La ciudadanía debería ser llevada a la certeza bien documentada de que todo fue correcto. Por medios apropiados, con Cámara de Diputados o sin ella, deberían revisarse las relaciones del Estado con quienes encabezaban un departamento de sobornos de Odebrecht trasplantado al país bajo el criterio de que bastaría con ser discretos para pasar desapercibidos. Si ese café fue colado tan claramente como se dice, nada habría que ocultar. Nada objetable saldría por arrojar luz sobre los detalles. Las dudas no tendrían razón de ser.

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