El economista Luis Vargas puso en duda que las ramas de producción más “atrasadas” y/o menos productivas generen más puestos de trabajo, mientras las más “modernas” y/o más productivas crean menos plazas laborales, como han afirmado algunos analistas económicos.
En un artículo basado en estadísticas económicas, Vargas explicó que esa situación ocurre a pesar de que entre las primeras están la agricultura y ganadería con escasa contribución (0.36%) a la expansión de la ocupación laboral y entre las segundas la enseñanza con gran aportación (13.05 por ciento) a la multiplicación de fuerza de trabajo.

Expresó que desde 2014 a 2017, la mano de obra remunerada creció más de 400 mil (10.31%) a 4.35 de 3.94 millones de trabajadores en el país, debido a los aportes realizados fundamentalmente por los nuevos ocupados (66.45%) en las ramas de producción económica de otros servicios (24.68%), construcción (17.73%), comercio (13.37%) y hoteles, bares y restaurantes (11.27%).
En ese periodo, dijo, la tasa de crecimiento anual del número de trabajadores perceptores de ingresos en las zonas urbanas y rurales promedió 3.30%, mucho más que las variaciones relativas de la fuerza laboral de agricultura y ganadería (0.69%), minería, manufactura y zonas francas (1.16%), comercio al por mayor y menor (2.30%) y transporte y comunicaciones (3.19%), pero mucho menos que las de otros servicios (4.48%), energía y agua (5.01%), hoteles, bares y restaurantes (5.53%), instituciones financieras (7.05%), enseñanza (7.39 por ciento), construcción (7.98%) y salud y asistencia social (9.57%).
Agregó que esas cifras permiten rechazar las opiniones de “ciertos publicistas económicos locales” de que la población económicamente activa ocupada perceptora de ingresos aumenta menos que la meta presidencial de creación de 100,000 empleos adicionales cada año, pese a la constatación del incremento promedio de más de 136,000 anuales.