Violencia contra autoridades

Violencia contra autoridades

Un componente del caos del tránsito reside en el frecuente comportamiento temerario de algunos conductores, choferes públicos y operadores del llamado «motoconcho», medio de locomoción urbana que es sinónimo de atraso. Si por esas calles de Dios circulan tantísimos motociclistas en constante desafío a la muerte y muchos otros conductores de minibuses y carros públicos con frecuencia están dispuestos a lo peor ¿puede esperarse que la investidura de un simple agente de Amet sea apropiadamente respetada? Las confrontaciones, verbales y físicas entre rebeldes violadores de tránsito y guardianes que van a las calles en nombre de la ley han pasado a formar parte de un atemorizante folclore.
Vídeos difundidos por Internet indican la forma en que choferes públicos han osado inmovilizar agentes aplicándoles mañas de lucha libre solo porque en cumplimiento del su deber se propusieron levantarles infracciones. Un arma al cinto del agente actuante no disuade a los tipos más violentos del tránsito. Un reciente reportaje filmado durante todo un día en las calles, reveló los múltiples maltratos de que es objeto el personal femenino de Amet, que recibe insultos y amenazas de atropello de parte de dueños de vehículos, en insubordinación de corte machista. El principio de autoridad debe imponerse. Es al Estado a quien corresponde el monopolio de la violencia legítima.

Todos a una, a salvar al Yaque

Sus riberas sufren destrucción por muchas acciones directas de pobladores. A sus aguas van a parar grandes cantidades de desechos líquidos y sólidos. El Yaque del Norte, el gran río del viejo orgullo cibaeño, y santiaguero sobre todo, está en trance de extinción y no de ahora. La insensatez y desenfreno de muchos no repara en el gran valor de este recurso natural.

Ya es hora de emprender una cruzada para salvarlo. De lanzarse a acciones coordinadas e integrales que rescaten cada tramo de margen ligado a asentamientos humanos e industriales. Con vigencia de un mecanismo de sanción a quienes pretendan seguir tratándolo como cloaca. Preservar al Yaque de ariba a abajo debería asumirse con la misma tenacidad empleada para hacer que Valle Nuevo renazca como madre de ríos que mueren

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