Todo se veía tan prometedor. En septiembre, los bancos centrales de algunos de los principales mercados emergentes estaban, por una vez, en su mayoría en sintonía: controlar la inflación y ofrecer estabilidad estaban a la orden del día. Las divisas respondieron bien, ofreciendo una rentabilidad positiva y un respiro durante un año difícil. Pero ese buen desempeño se está desbaratando.
El banco central turco fue el pionero con una enorme alza de 625 puntos básicos en su tasa de interés clave. Un sorprendente aumento de 25 puntos básicos por parte de Rusia demostró la determinación de los responsables de la política de contener los precios. Y mientras que el Banco de la Reserva de Sudáfrica mantuvo las tasas sin cambios, los funcionarios parecen listos para restringir la política cuando se reúnan nuevamente en noviembre. Pero eso fue todo el mes pasado, y el dólar manda una vez más. La economía de Estados Unidos está avanzando, por lo que el impulso detrás del dólar parece ser sustancial.
El desempleo en Estados Unidos, en un 3,7 por ciento, se ubica en el nivel más bajo desde 1969.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro a diez años cerraron el viernes en un 3,23 por ciento, el punto más alto desde 2011.
Y el avance de los precios del petróleo es implacable: han aumentado un 25 por ciento en lo que va del año.
Estas son fuerzas poderosas. Y, para agravar el dilema, los problemas internos que afligen a algunas de estas naciones están empeorando.
Los datos de inflación para septiembre de Turquía mostraron que el banco central actuó demasiado tarde, y las alzas de los precios están fuera de control. La tasa subyacente se encuentra en un récord del 24 por ciento, y los precios al productor son casi el doble de eso.
Los responsables de política tendrán que realizar un nuevo ajuste si quieren cumplir con su mandato, y es una pregunta abierta si el presidente Recep Tayyip Erdogan lo permitirá. Mientras tanto, la economía está implosionando.
Los actos de espionaje y piratería de Rusia aumentan el riesgo de nuevas sanciones, en particular por parte de la Unión Europea. La condena internacional de sus actividades en el extranjero está contrarrestando cada vez más el beneficio sustancial que debería recibir como gran exportador de petróleo, una fuente de apoyo que muchas economías emergentes no tienen.
La caída del rand sudafricano refleja en parte los temores de los inversores de un desequilibrio fiscal en el discurso del presupuesto de mitad de período el 24 de octubre. La caída empeoró ayer lunes después de que Business Day informara que el ministro de Finanzas, Nhlanhla Nene, presentó su renuncia luego de revelar vínculos con la familia Gupta, implicada en un escándalo de corrupción que involucró el expresidente Jacob Zuma.
Desgraciadamente, no todos los formuladores de políticas están entendiendo el mensaje. El Banco Central de la India sorprendió el viernes al dejar sin cambios los tipos de interés ante las expectativas de los inversionistas de un aumento para dar soporte a la moneda y controlar la persistentemente alta inflación subyacente. Como resultado, la rupia cayó a un mínimo histórico frente al dólar.
Así pues, el rendimiento de los bonos está aumentando en todos los mercados emergentes.
No todos los países se ven tan sombríos este mes. El peso argentino tiene el mejor rendimiento entre los principales mercados emergentes hasta ahora, luego que el Fondo Monetario Internacional mejorara las condiciones de su rescate. En segundo lugar está Brasil, pero es difícil hacer proyecciones para el real ya que el país está en medio de una elección presidencial que podría producir un cambio sustancial en la dirección de la política.
Por otro lado, es difícil ver cómo las monedas de los mercados emergentes más débiles de este año pueden recuperar sus días de gloria de septiembre a menos que haya una mejora significativa en la resolución de los problemas internos. E incluso entonces, dado que la economía de EE.UU. sigue rugiendo, será complejo.