¿Y qué me toca? diría cualquiera

¿Y qué me toca? diría cualquiera

Ahora resulta que en el primer semestre de este año la economía del país creció un 7.2%, y no un 5.2% como se informó hace poco. El 2% que aparece como repunte en el mismo período obedece al empleo de nuevas formulas para calcular el tamaño del PIB. ¿Y qué llegó a mí? diría cualquiera, porque el crecimiento económico no ha representado mejora en la satisfacción de las necesidades vitales de la gente, ni aumento en la oferta de plazas de trabajo. El desplazamiento de mano de obra hacia el sector informal, que cada vez presiona más la estructura fiscal, delata el ímpetu de las desigualdades sociales que crecen paralelo a la bonanza económica.

Forbes, la prestigiosa revista estadounidense especializada en mediciones, en un trabajo reciente que este diario reseñó el miércoles, desmenuza los factores de Estado que determinan que siendo la República Dominicana el país latinoamericano de mayor crecimiento económico sostenido, es a la vez el más pobre y de mayores desigualdades sociales. De ahí que si la economía creció un 5.2%, o mejor aún, un 7.2% como se dice ahora, en nada cambia el panorama del estancamiento humano del 40% de la población que está sumido en la pobreza en todas sus gradaciones y de la parte de los dominicanos sumergidos en el mercado laboral informal, privados de importantes prestaciones sociales que cubre a medias el mercado formal. ¿Y a mí qué, si creció 5.2 ó 7.2?

BAJO SALARIO: UN FACTOR DE ATRASO

El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, es de los convencidos de que los bajos salarios están entre los principales promotores de la informalidad. A eso se agrega que también son precursores de debilidad fiscal, exclusión social, acentuación de la pobreza y, para colmo de males, de falta de competitividad. Parece haber, por fin, una corriente de criterio basada en la convicción de que, como ha dicho el Presidente, con los salarios actuales no se puede vivir.

Los efectos perjudiciales que los bajos niveles salariales están provocando en la economía deben empujar hacia un consenso que permita fijar tasas de remuneración más competitivas. Hay que elevar la capacidad de consumo del trabajador en sus aspectos cuantitativo y cualitativo, como un factor influyente en la competitividad y la productividad. Sería una forma de neutralizar un factor de indudable atraso.

 

 

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