¿Y todavía tenemos frontera?

¿Y todavía tenemos frontera?

El golpe de efecto que se produjo con la visita del flamante canciller dominicano a Puerto Príncipe hace tres semanas, nos deja a todos con muchas interrogantes. Y fue por la facilidad conque las autoridades haitianas anunciaron el levantamiento al embargo impuesto a 23 productos criollos que no podían ingresar por tierra al vecino territorio.
Como los haitianos han mejorado su sistema de cobros de impuestos en los puestos de aduanas en la frontera decidieron permitir ese comercio por la vía terrestre. De esa manera tendrían unos puestos seguros de captación de aranceles para aliviar su moribunda economía. Pero acallarían las voces locales que presionaban al gobierno dominicano para que tomara acciones radicales en contra de esas prohibiciones.
Pero al mismo tiempo deja muy mal parados los esfuerzos del CESFRONT para controlar la inmigración ilegal, ya que cada día se ven más haitianos deambulando por nuestras calles, en particular en el polígono central del Distrito Nacional. Esa es la zona de sus trabajos en la industria de la construcción donde se construyen las torres, ahora casi todas de más de 10 pisos. Pero en los barrios populares ya son mayoría en muchos de ellos. No hay que dudar que algunos han calificado para lograr apartamentos en La Nueva Barquita.
De Haití y de sus gobiernos hay que esperar cualquier tipo de trampa o denuncia en contra de los dominicanos. La mayoría de sus habitantes no poseen documentos que avalen su identidad. Estos han insistido en que la Junta Central Electoral le apoye con los recursos técnicos que poseen para ayudarlos en su evento electoral del próximo mes. Sabemos que esos comicios terminarán mal y se buscarán los culpables, y si la JCE ayudara, hacia ella enfilarían sus acusaciones y lamentos.
Las autoridades haitianas siempre están alertas para detectar algún fallo dominicano y poder denunciarnos como agresores y responsables de todos sus males. Nada de reconocer que el país es que los ayuda a sobrevivir. Siempre están a la caza de algún desliz dominicano para denunciarnos de todo menos de darle albergue, seguridad y comida. Y más ahora que están entrando sin contratiempos.
Algunos organismos de ayuda calculan que ya en el país residen más de un millón de haitianos, en su mayoría ilegales y sin ningún tipo de documento de su nación que avale su identidad. Esto se parece a lo que ocurre en Francia, el país de las libertades, que la presencia musulmana y africana ha ido arropando a su cultura y ya son parte dominante en muchos sectores en que algunos han resultado electos en cargos de gobierno municipal.
En las elecciones dominicanas algunos políticos ganadores de cargos electivos tienen su origen en parientes haitianos. Por igual hay varios peloteros de grandes ligas y atletas de alto rendimiento con sus ancestros de aquel lado de la frontera. Ellos emigraron hacia oriente en búsqueda de trabajo y aquí lo consiguieron primero en el corte de la caña, luego en los arrozales y plantaciones de guineos. Ahora en la industria de la construcción y en el turismo.
Y sin una frontera bien definida y mejor resguardada, la presencia haitiana ha inundado todas las actividades. Incluso es admirable la gran cantidad de estudiantes que se están profesionalizando en nuestras escuelas y universidades. Pero al mismo tiempo arrollan en los deportes. Todo fruto de la inexistencia de limitante geográfica de una línea divisoria de escasa vigilancia por más que nos inunden con noticias e informes de lo efectivo que es el CESFRONT con sus drones de última generación.
Ya el objetivo de las potencias y hasta de algunas naciones del hemisferio parece que está en marcha en procurar que desaparezca la frontera y nos convirtamos en un solo estado. ¿Pero gobernado por quién? A nivel internacional eso no se pondría en dudas, ya que se considera que el profesional haitiano tiene mejor preparación que el dominicano. Esto por las demostraciones de las actividades dominicanas de cada día son más notorias sus ambiciones. Las generaciones jóvenes de profesionales están más empeñados en enriquecerse a la mayor brevedad para darse la buena vida. Ni para Haití van a mirar como si tal problema no nos concierne.
La inexistente frontera ha estimulado el éxodo en que las escuelas fronterizas muchas tienen más alumnos haitianos que locales. Y los maestros luchan en desventaja sin contar con un apoyo efectivo para inculcar la dominicanidad en esas nuevas generaciones del vecino territorio. Además el sistema de salud destina una buena parte de su presupuesto para atender las decenas de parturientas haitianas que arropan los hospitales locales.

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