Hace 41 años, fue asesinado en Nizaito, el Jefe de la gesta guerrillera, el glorioso Coronel de Abril, defensor de la soberanía y la auto determinación de su pueblo, contra el funesto invasor.
Tres poemas a su memoria fueron recogidos en unas Servilletas de Papel tiradas al viento para que el viento las libere de sus ataduras… con el favor de AREITO.
I. 28 DE ABRIL.
Ellos llegaron un día
A llenar de luto mi tierra
A zaherir mi orgullosa bandera
A burlarse de toda quimera.
A hablarnos con voz de
soberbia
A imponernos su ley del
más fuerte
A enseñarnos su real
democracia
De mentiras y atropellos
cubierta.
A saciar su ira infinita
A escribir el final de la historia
Mil veces por ellos maldita
Pero hallaron un Pueblo rebelde
Rechazando sus torpes razones.
De la OEA y sus zafacones
Defendiendo su independencia
Un pueblo que no se amedrenta
Que luchaba con palos y
piedras
Dispuesto a morir con
vergüenza
En las calles y en los barracones.
Encontrando al Pueblo
en el puente
Un Coronel que tenía cojones
Lo que mucho les falta a esa
gente
Y una luz de esperanza en
su frente:
“¡A luchar, soldados valientes!”
II. A CAAMANO,
ELCOMBATIENTE
Llegaste coronel cuando
nadie te esperaba,
Como llegan los héroes,
sin aviso
El Pueblo no escucho tu
clarinada
Y hoy partes solo, ungido,
al infinito.
Caíste Coronel de Abril eterno
Segado por las balas asesinas
Absorto el Pueblo no creyó en
tu muerte
El crimen perpetrado en Nizaito.
Te marcha Coronel, pero te
quedas
Perpetuado por siempre en
su memoria
Nos dejas el recuerdo de tu
Historia
Olores de primavera y
caracolas.
III. OFRENDA
La mar esta embravecida
A una hora temprana un
hombre
Prematuramente
encanecido marcha
Hacia la tumba del caído.
El hombre llega al lugar insólito
Lleno de plegarias y de asombro
¡La primera piedra! dice a su
paso
La multitud ausente de su
mente.
¡La primera flor! piensa
sonriente
Y sigue imperturbable su
camino
Solitario y cabizbajo con su
andar
Taciturno y cansino.
A su lado las olas
descontroladas
Violetas chocan y se estrellan
Contra el rompeolas absurdo
Que desafía su furia inmensa
El hombre se detiene un
instante
Piensa en el caído y su epopeya
“Un día como hoy cayó abatido
Fusil en mano, esperanza
abierta”
Los aires esparcidos por las
secas
Montanas de su Quisqueya
yerta
Proclaman su dolor
ennoblecido
De no ver redimida a su
amada tierra.
El hombre ahora musita
una oración
Callada, su cuerpo se
entrecoge, se estremece
Se siente empequeñecido
ante aquella gesta
Ante el Glorioso Coronel que
nada espera.
“Su tumba no está aquí, musita,
Mas que importa: los héroes
no tienen
Cubertura en la tierra” y
deja caer
Una flor que las olas
recogen suavemente.
El hombre torna su paso,
resuelto
Desafiante, presuroso hacia
la multitud
Avanza, mil gotas de sal
cubren su frente
Al ver su flor convertida en
trinitaria blanca.
Allá la multitud le espera
La multitud inmóvil, la multitud riente
“La primera flor”, le gritan a su llegada
“No, la primera piedra, responde tosco
Las lágrimas del mar se confunden
De furia con su lágrima doliente
Mientras, llevadas por las olas, a
empujones
La flor de la ilusión desaparece.