Zona Areíto: Tres poemas de Luis Scheker Ortiz para el coronel de abril

Zona Areíto: Tres poemas de Luis Scheker Ortiz  para el coronel de abril

Hace 41 años, fue asesinado en Nizaito, el Jefe de la gesta guerrillera, el glorioso Coronel de Abril, defensor de la soberanía y la auto determinación de su pueblo, contra el funesto invasor.

Tres poemas a su memoria fueron recogidos en unas Servilletas de Papel tiradas al viento para que el viento las libere de sus ataduras… con el favor de AREITO.

I. 28 DE ABRIL.

 

Ellos llegaron un día

A llenar de luto mi tierra

A zaherir mi orgullosa bandera

A burlarse de toda quimera.

 

A hablarnos con voz de

soberbia

A imponernos su ley del

más fuerte

A enseñarnos su real

democracia

De mentiras y atropellos

cubierta.

 

A saciar su ira infinita

A escribir el final de la historia

Mil veces por ellos maldita

 

Pero hallaron un Pueblo rebelde

Rechazando sus torpes razones.

De la OEA y sus zafacones

Defendiendo su independencia

 

Un pueblo que no se amedrenta

Que luchaba con palos y

piedras

Dispuesto a morir con

vergüenza

En las calles y en los barracones.

 

Encontrando al Pueblo

en el puente

Un Coronel que tenía cojones

Lo que mucho les falta a esa

gente

Y una luz de esperanza en

su frente:

 

“¡A luchar, soldados valientes!”

II. A CAAMANO,

ELCOMBATIENTE

Llegaste coronel cuando

nadie te esperaba,

Como llegan los héroes,

sin aviso

El Pueblo no escucho tu

clarinada

Y hoy partes solo, ungido,

al infinito.

 

Caíste Coronel de Abril eterno

Segado por las balas asesinas

Absorto el Pueblo no creyó en

tu muerte

El crimen perpetrado en Nizaito.

Te marcha Coronel, pero te

quedas

Perpetuado por siempre en

su memoria

Nos dejas el recuerdo de tu

Historia

Olores de primavera y

caracolas.

 

III. OFRENDA

La mar esta embravecida

A una hora temprana un

hombre

Prematuramente

encanecido marcha

Hacia la tumba del caído.

 

El hombre llega al lugar insólito

Lleno de plegarias y de asombro

¡La primera piedra! dice a su

paso

La multitud ausente de su

mente.

 

¡La primera flor! piensa

sonriente

Y sigue imperturbable su

camino

Solitario y cabizbajo con su

andar

Taciturno y cansino.

 

A su lado las olas

descontroladas

Violetas chocan y se estrellan

Contra el rompeolas absurdo

Que desafía su furia inmensa

 

El hombre se detiene un

instante

Piensa en el caído y su epopeya

“Un día como hoy cayó abatido

Fusil en mano, esperanza

abierta”

 

Los aires esparcidos por las

secas

Montanas de su Quisqueya

yerta

Proclaman su dolor

ennoblecido

De no ver redimida a su

amada tierra.

 

El hombre ahora musita

una oración

Callada, su cuerpo se

entrecoge, se estremece

Se siente empequeñecido

ante aquella gesta

Ante el Glorioso Coronel que

nada espera.

 

“Su tumba no está aquí, musita,

Mas que importa: los héroes

no tienen

Cubertura en la tierra” y

deja caer

Una flor que las olas

recogen suavemente.

 

El hombre torna su paso,

resuelto

Desafiante, presuroso hacia

la multitud

Avanza, mil gotas de sal

cubren su frente

Al ver su flor convertida en

trinitaria blanca.

 

Allá la multitud le espera

La multitud inmóvil, la multitud riente

“La primera flor”, le gritan a su llegada

“No, la primera piedra, responde tosco

 

Las lágrimas del mar se confunden

De furia con su lágrima doliente

Mientras, llevadas por las olas, a

empujones

La flor de la ilusión desaparece.

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