“Cartas de un Borrasho”, un libro gozoso para ser leído de un tirón

“Cartas de un Borrasho”, un libro gozoso para ser leído de un tirón

Esta apreciación acerca de la más reciente producción literaria del periodista y escritor José Báez Guerrero no es de mi autoría,  pero por su originalidad expresiva me apropié de ella tan pronto la oí de labios del poeta José Mármol en el acto de puesta en circulación.

Mi identificación con esa expresión no se quedó tan solo en una cuestión de agradabilidad sonora o simpática por su eufonía, sino que se robusteció luego al comenzar a leer este primer libro de poesía del buen amigo y colega, pues ciertamente, como apunta en el introito el laureado bardo, Báez Guerrero nos deleita nuevamente con el tono y el enfoque sabroso que distingue tanto su prosa como su verso.

La creatividad literaria y el buen dominio del lenguaje, otras dos cualidades que Mármol destacó de la obra, y en especial su carácter ameno y su capacidad para tratar temas en profundidad con sencillez y claridad, me hicieron recordar las ocurrencias en “Siete gotas de arena” y la recreación de ambientes y personajes en la novela Ceroles.

El disfrute de Báez Guerrero a lo largo de la presentación fue ostensible por la cálida y nutrida concurrencia de amigos y familiares, pero muy especialmente por la emotividad de haber compartido el acto junto a su hijo Manuel Báez-Delgado, un talentoso artista que presentó su primera individual con quince pinturas que concentraron la atención del público en Quinta Dominicana, en la calle Padre Billini de la zona colonial, una casa de principios del siglo XVI, que fue antiguamente parte del monasterio del Convento de los Dominicos.

Tras haber obtenido un gran éxito de librería con su obra anterior, “Guzmán, su vida, gobierno y suicidio”, que en el 2009 fue el libro más vendido en República Dominicana y ganador del Premio Nacional de Historia 2010, “Cartas de un Borrasho” es la décimo-quinta obra de Báez Guerrero y fue escrita en un tiempo récord.

La presentación simultánea de padre e hijo en un acto cultural de características poco usuales, fue objeto de muchos agradables comentarios entre los asistentes.

En el rostro de Patricia Delgado de Báez se advertía la expresión de una madre gozosa por la exhibición de su hijo, quien concluyó sus estudios de Bellas Artes en la escuela de Altos de Chavón a principios de 2012 y actualmente reside en la ciudad de Nueva York como estudiante en Parsons The New School for Design.

En su presentación, Mármol dijo, entre otros muchos señalamientos enjundiosos, uno que para mí tiene carácter trascendente y que mueve a pensar serenamente sobre la degradación que se  observa en algunas esferas pretendidamente sobresalientes  de nuestra sociedad, al sostener que Cartas de un Borrasho “es en libro como, a decir verdad, pocos salen ya al mercado, especialmente en nuestro ámbito cultural, infestado de demasiada megalomanía y fanfarria en cántaro vacío. Un libro escrito, en sus distintas formaciones expresivas, poesía, cuento o ensayo, con dominio del idioma y con el deleite propio de quien de la escritura creativa no espera otra cosa que el goce personal y la humildad de soñar apenas con un hipotético lector”.

Otra apreciación suya con la cual me identifico plenamente, se produjo cuando al leer parte de la introducción, titulada un cronista de ficciones, señaló lo siguiente: “Encontrarse entre los nuestros con un autor capaz de hacer sonreír al lector, al tiempo que lo monta sobre las delicias de una honda meditación, sin menosprecio alguno del humor; o bien, a lomos de una erudita y acertada reflexión en torno a lo bello, lo siniestro o lo imposible parecería, en efecto, un imposible criollo, un epifenómeno del absurdo caribeño de la dominicanidad”.

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