“Desaparecer de la faz de la Tierra”

“Desaparecer de la faz de la Tierra”

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Una frase de mucho tiempo en uso, que normalmente tiene connotaciones trágicas o desesperadas es esa: “desaparecer de la faz de la Tierra”. Por lo regular se relaciona con la muerte. En algunos casos es un eufemismo para referirse a hechos sangrientos acontecidos o por acontecer.  En otros casos es una hipérbole aplicada al desesperado caso de la persona que habla y que quiere ausentarse materialmente y por tiempo indefinido.

Pero “desaparecer de la faz de la Tierra” es para los espeleólogos una acción de lo más corriente efectuada con cada incursión a una caverna: desaparecemos de la epidermis del planeta para irnos a su interior. Momentáneamente no estamos en ningún lugar visible sobre el planeta, hemos desaparecido de su faz.

Algo parecido –pero muy disociado de la actividad espeleológica– ocurrió en 1942, en Ucrania del oeste, cuando varias familias judías optaron por “desaparecer de la faz de la Tierra” refugiándose en las zonas profundas de la “Gruta del Cura” (Priest’s Grotto) huyendo de la persecución nazi para salvar sus vidas.

Corrían los años de la gran persecución desatada por el fascismo contra los judíos en toda Europa, cuando la noche del 12 de octubre de 1942, los esposos Stermer, sus seis hijos y otras 30 personas entre parientes y vecinos de Korolówka, una ciudad al oeste de Ucrania, decidieron enterrar la mayor parte de sus pertenencias en lugares no distantes de sus hogares, y partir con lo indispensable –principalmente comida y combustible-  hacia la “Gruta del Cura”, donde se refugiarían a vivir hasta que Dios quisiera.

El grupo judío ocupó una pequeña parte de un sistema de cuevas que actualmente se extiende por más de 150 kilómetros de galerías, constituyendo el segundo sistema de cuevas horizontales más grande del mundo. Naturalmente, esto no lo sabían sus fugitivos ocupantes al huir de otra ocupación diferente: la ocupación alemana en Ucrania.

Ajustándose a su nuevo estilo de vida, las familias judías utilizaron diferentes espacios de la parte ocupada de la cueva tratando de reproducir su cotidianidad momentáneamente perdida: un espacio para la cocina, un lugar de búsqueda de agua, un lugar para reuniones generales, espacios para dormir y lugares para el aseo. La cocina, por ejemplo, fue habilitada en un sitio donde el humo podía dispersarse fácilmente.

En esta habilitación de la cueva lograron modificar también rocas a las que dieron formas de mesas, sillones, escaleras, paredes y trincheras, todo esto a unos mil pies de la entrada de la cueva.

Luego de terminada la comida llevada a la cueva, los improvisados cavernícolas salían en incursiones nocturnas tras la búsqueda de papas o recurrían a contactos con amigos para la obtención de trigo, el cual procesaban en el interior de la cueva, llevándolo a la textura de harina mediante el uso de una muelas de piedra de unas 150 libras de peso que habían tomado de un molino cercano.

La “Gruta del Cura” se extiende bajo enormes sembradíos de trigo característicos de esa parte de Europa. Ucrania (o Ukraina) es país fronterizo con Moldavia, Rumanía, Polonia, Bielorrusia y Rusia. Es un país costero del Mar Negro y su capital es Kiev. La ciudad de Korolówka está cercana a la frontera con Moldavia y Rumanía.

A la “Cueva del Cura”, ubicada a 77 millas de Korolówka, se accede entrando por su principal sumidero, una depresión de poco más de 30 metros de ancho, pero que esconde uno de los sistemas de cuevas horizontales más grandes del mundo disimulado por miles de hectáreas de trigo.

Aún dentro de la cueva, el grupo no se sentía del todo seguro, por lo que procedieron a bloquear diferentes accesos a las galerías donde se encontraban y a excavar ampliando una grieta que comunicaba con el exterior. En caso de que los alemanes llegaran a la entrada principal de la cueva ellos tendrían la oportunidad de escapar por la hendidura practicada, a la que podía llegarse ascendiendo mediante un sistema de cadenas que colocaron en el interior de la cueva.

Los primeros 150 días se vivieron en permanente expectación y terror de ser descubiertos, pero luego cobraron la seguridad de que tendrían una oportunidad de sobrevivir. El grupo de judíos permaneció escondido en esa cueva por 344 días, casi un año, abandonando su escondite solo cuando tuvieron la seguridad de que los alemanes habían sido echados de Ucrania. No obstante, y para seguridad futura, el grupo nunca divulgó la forma como escaparon del holocausto que en su ciudad llevó a la tumba a cientos de judíos a los cuales se les obligaban a cavar tumbas comunes para enterrarles por docenas luego de ejecutarles.

El espeleólogo norteamericano Chris Nicola llevó a cabo un seguimiento de varios años tras algunos de los protagonistas sobrevivientes de esta historia, que fue publicada por National Geographic Adventure recientemente. Una entrevista exclusiva del autor puede ser localizada accediendo a www.nationalgeographic.com/adventure.

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