Todos parecían escépticos, ¿qué se inventarán estos dos para hacer reír a la gente con chistes blancos y encima de eso basados en Dios? Esa era la pregunta que la mayoría se hacía en el lobby, unos minutos antes de entrar a la Sala Principal del Teatro Nacional, donde verían la puesta en escena de dos de los grandes del humor dominicano Felipe-Boruga-Polanco y Freddy Beras Goico.
Un escenario a oscuras buscaba la atención del público, para que el relato en off, que se levantaba como de ultratumba, surtiera efecto. Éste describía, con marcada sensibilidad, algunos aspectos de la vida personal de Felipe Polanco, relataba con detalles cómo casi se destruye a causa del alcoholismo, el derroche financiero, el libertinaje, el maltrato verbal hacia su familia, un orgullo que rayaba con la crueldad y hasta dos intentos de suicidio.
Como un ángel de la conciencia finalmente salió Felipe al escenario, vestido de blanco impecable, con una luz dirigida que elevaba su aspecto celestial, y no crean que abrió compartiendo sus jocosos chistes, sino que mostró sus dotes de cantante cristiano, interpretando una de su canciones, junto a una afinada banda y cinco vocalistas; cuatro danzarinas de blanco y 4 ataviadas de negro representaban las fuerzas del bien y del mal, ejecutando una coreografía depurada y exacta.
La presentación fue tomando forma y parecía estar frente a la versión de un musical, matizado con testimonios, mensajes, confesiones y chistes.
Freddy Beras
Hizo su entrada triunfal y como siempre el público entró voluntariamente a sus bolsillos. Contó su estremecedora experiencia con el cáncer y cómo Dios no lo convirtió, sino lo convenció de su poder sanador, liberador y transformador.
Entre lágrimas y sollozos estremeció al público con el relato de experiencias personales que sacudieron su vida abrumadoramente.
Las claves
1. Momento
Algo muy especial fue cuando la esposa de Boruga, Maggie Morales, con voz entrecortada habló de la crueldad de su esposo.
2. Dedicatoria
Freddy y Boruga dedicaron una canción de cierre a Radhamés Segura, de la CDEEE. Para que contarles que al final hasta hubo un apagón que provocó las risas.